"Hay una mente común a todos los hombres. Todo hombre constituye una abertura para ella y para la mente de todos los demás"
Emerson
Unas palabras para tratar de
definir lo que llamamos mente.
Recurriendo al
dicho latino que decía “Mens sana in
corpore sano”, vemos como griegos (en especial Platón y sus seguidores) y
romanos mantenían una distinción entre ambas, si bien las vinculaban. Vinculo
del que cuantas veces no hemos sido testigos: de que un estado físico decaído
tiene consecuencias sobre nuestra forma de pensar. “El cansancio es mal
consejero”, se suele decir aludiendo a nuestro orientador intra-personal. O bien:
“lo consultaré con la almohada”, refiriéndose a que en estado de sueño o de
demasiada excitación es difícil tomar decisiones adecuadas.
Pero también el estado físico
influye en el mental. Y así un catarro, una gripe, una enfermedad grave ¡Por no
decir un dolor de muelas! …nos hace teñir la vida color de hormiga. La figura enturbia
el fondo. El árbol no permite ver el bosque.
De forma similar, una estado
anímico decaído puede influir en nuestra salud física. Un desaire amoroso, la
muerte de un familiar o ser querido puede provocarnos un “bajón” y llevarnos a contraer
algún tipo de enfermedad. Una enfermedad que ya está en el ambiente u otra que
podemos crear “ex novo”. La llamada “somatización es a veces una forma de “distraer”
un estado mental alterado a través de una enfermedad física. Otras veces es el
stress el que nos lleva a padecer una enfermedad para así poder detener el
esfuerzo o el ritmo crónico o excesivo, sin sentirnos “mal” por dejar de hacer.
La palabra mente lleva consigo
una cierta entelequia, un campo amplio, un conjunto, una abstracción, que comprende la forma de ver y entender
a los demás, al mundo y a nosotros
mismos y, lejos de ser concreta y objetiva, está estrechamente relacionada con
nuestro equilibrio bío-psico-social.
Mente es nuestra capacidad de
captar las cosas, de imaginarlas, de
deducir, de crear, de razonar y de tener una idea de nosotros mismos y del contacto
con nuestro entorno. Mente es también nuestra capacidad de recordar las cosas
tal como creemos que sucedieron o nos interesa recordarlas así.
Al hablar de mente, estamos
tratando de describir algo vinculado a la percepción. Y como toda percepción no
es fija, rígida, sino que depende del tiempo y del espacio y del medio que nos
rodea. Esa percepción es plasmada en una fotografía individual y otra mayoritaria.
Si la mayor parte vemos lo mismo, decimos que es esa la realidad “objetiva”.
Con lo que la realidad o experiencia subjetiva, no comprobada con la de los
demás (finalmente es una cuestión de estadística), queda por principio
descartada como algo “no real”.
Algo que, en todo caso, algún día tendrá su explicación a través de las fuentes y o
mecanismos imparciales. Esto nos da
cierta seguridad frente al sistema no objetivable, que algunos atribuyen de
forma particular a nuestro hemisferio derecho cerebral.
Esto es esencialmente importante.
Cuando una persona que tiene un sueño, una experiencia extrasensorial, una
percepción meditativa o una vivencia extracorpórea, los “científicos” en su mayoría
tratan de desacreditarla en tanto no es comprobable con sus instrumentos y
tienden a explicarla como una “rareza”-
Pienso que la objetivización ha
significado un gran progreso tecnológico, nada descartable a pesar de sus
secuelas. Y que buena parte de ello ha sido gracias al método científico.
Con todo, cuando una verdad se
impone es difícil salirse del campo de visión general. Y por tanto investigar y
progresar en otras direcciones. Llevo un tiempo dedicado a la búsqueda de otras
opiniones en relación a este cerebro omnipresente. Y por ello, tras densa
lectura y recopilando mis propias experiencias me decido a compartiros estas
ideas.
Cada quien habrá de encontrar sus
propias conclusiones.
El que todas esas capacidades
estén principalmente vinculadas al cerebro, y radicadas en determinadas áreas
de forma preferente, no implica necesariamente la consecuencia de que el
cerebro es quien crea la realidad que percibimos, propia y ajena.
¿Porqué?
Primeramente, porque la propia
mente crea realidad y altera las condiciones en que percibimos.
En segundo lugar, porque es
nuestro propio cerebro con sus limitaciones “objetivas” el que estudia el
propio cerebro y la mente. Una vez hecha una teoría, bien sabemos que es
difícil desmontarla, como bien analiza la teoría de los paradigmas de Thomas S. Kuhn.
En tercer lugar, porque nuestras
percepciones han de asumir la propia limitación de nuestra biología y de
nuestro cerebro el cual, para poder sobrevivir, nos juega pequeños o grandes
engaños. Un poco al estilo de la gran computadora Hall, que aparece en “2001,
la odisea del espacio”.
En cuarto, pero no por ello último
lugar, porque existen situaciones y vivencias que están más allá de lo
actualmente observable con el método científico.
Vamos a tomar esta información:
“en la física
cuántica la información no se encuentra codificada en un medio, sino almacenada
en forma de funciones de onda en el espacio no local, lo cual significa que
toda la información está disponible siempre y en todas partes de forma
inmediata”
Admitir que existe un “espacio no
local” es una contradicción para nuestra mente, habituada a que algo o bien es
o bien no es. Sin embargo, la física cuántica, tan difícilmente digerible para
la razón habitual, ha desmontado este paradigma.
Apoyándose en esta nueva forma de
entender la realidad, el autor
pretende señalar que toda la información generada en nuestra vida por nuestra
subjetividad, siguiendo el modelo cuántico, puede que quede almacenada en un no- espacio- no- tiempo, y estaría disponible
siempre y en todas partes.
Ello explicaría, entre otras
cosas, que haya personas que
recuerdan situaciones “de otras vidas” o tienen a su disposición recuerdos
incluso cuando su corazón, e incluso su cerebro, ha dejado de funcionar (los
estados cercanos a la muerte o ECM).
De esta manera, el cerebro no
sería el creador de la realidad sino el sintonizador de la información, al igual
que un televisor sintoniza un programa que se está emitiendo en otro lugar, pero no es el creador del programa. El
aparato puede estropearse y reducir sus funciones de sintonizar, pero la
información sigue encontrándose en las ondas que ahora el televisor no puede
retransmitir (Van Lommel, 2007).
Esta era, por otra parte, la
conclusión del filósofo francés Henri Bergson (1859-1941), que concluía que la
consciencia “utiliza al cerebro y no es un producto de éste” (G.Lachman, 2003).
Esto nos lleva al tercer asunto
planteado: La conciencia
3 comentarios:
Está muy interesante, Miguel. Y leerlo me ha dejado una sensación de intranquilidad, casi miedo....
¿Quién es el simpático gimnasta que se exhibe al final?
¡¡Bendita Sequía, que ha traído estos artículos!! Gracias.
Muy interesante Miguel... me ha hecho resonar con esto de concepto gestaltico del "campo"... quizás ahora un "campo cuantico"... y nuestro cerebro ahí captando unas cosas y otras no... también me conectaba con una entrevista a un tal Bruce Lipton, sobre medicina cuantica y el poder curativo de la mente (consciente), que leia ayer mismo... decía que en las células hay como una especie de antenas en miniatura (receptores y autoreceptores) que reciben las señales del entorno, de forma que si se cortan esos receptores, la célula no tiene ninguna identidad, porque no le viene de dentro sino de fuera. Es como que se estropea el televisor pero la transmisión sigue, la información sigue disponible... un tema fascinante, me dejas con intriga para leer la continuación de tu reflexión.
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