lunes, 22 de febrero de 2016

Transferencia y contratransferencia (4a parte)






                                                                                                                                                          















  




 Finalizo con este cuarto capítulo mi reflexión sobre transferencia en Gestalt. Es importante hablar de lo que le puede pasar al que escucha cuando escucha y eso viene a ser la contransferencia.
Por último una reflexión sobre lo que se ha llamado "transparencia", en cuanto posibilidad de disolver la transferencia y permitir que la relación terapéutica se mantenga en el plano del encuentro existencial.



La contratransferencia


  Pretende definir los afectos, emociones  y sentimientos no genuinos que el terapeuta deposita en su paciente a consecuencia de los que el paciente pone en él. Es la reacción “transferencial” del terapeuta hacia su paciente. 

   Esta reacción puede provocar que el terapeuta deje de hacer un contacto verdadero y empiece a tratar a su cliente en función de lo que éste le deposita. Por ejemplo, si le pone como padre exigente puede colocarle  como la hija que siempre le pide límites.No es necesario ora que e producía este "espejismo" que haya una transferencia del paciente. El terapeuta puede verse inmerso en su propia "fantasía" y tratar a su paciente conforme  a su propia situación inconclusa. 

  Es uno de los elementos principales a ver en los procesos de supervisión. Tiene mucho que ver con la posibilidad de poner límites a la propia percepción y a la que el paciente pone en su terapeuta. Una vez que se hace consciente, el terapeuta puede usar las sensaciones y emociones para ayudar a su paciente, en lugar de verse empujado por fuerzas o intereses de las que no tiene conciencia.

 En ocasiones el terapeuta puede hacer sus propias “transferencias” a su cliente. En caso de que no provenga esta actitud de la que realiza el paciente, no podemos hablar propiamente de contratransferencia aunque sea una cuestión realmente terminológica (puede hablarse más de una proyección del terapeuta).

   Resulta complejo y en ocasiones difícil distinguir entre un afecto genuino y otro transferencial. Es importante que el terapeuta esté muy en contacto consigo mismo y pueda supervisar cuando percibe que algo es sospechoso de no ser real. En ocasiones, la clave la da el mismo cliente que refuta o acepta demasiado deprisa las intervenciones de su terapeuta.

  La transferencia y la contratransferencia se producen en realidad en muchas experiencias relacionales de la vida, aunque el psicoanálisis las limite únicamente a las que se producen dentro del marco de la relación terapéutica.

  Los procesos transferenciales se suelen ir diluyendo a medida que avanza la terapia. Es un hecho tanto en un enfoque como en otro. Suele ser tan cierto en Análisis como en Gestalt. Sin embargo, el terapeuta gestáltico diluye antes este espejismo al centrarse en una relación vivencial y de contacto con su cliente.

  El final de los procesos transferenciales adecuadamente encaminados en terapia concluye en que cliente y terapeuta se ven como dos personas verdaderas, sin los corsés que suponen  las transferencias y proyecciones que se han dado en el proceso. Una parte fundamental para ello habrá de ser la constante atención al cliente para poner en el camino de la realidad las deformaciones transferenciales.

  En la práctica gestáltica, no solamente no se acentúa la transferencia sino que se suelen descubrir con relativa rapidez las figuras encubiertas: “me estás viendo como tu padre”. Es importante mantener siempre la relación como un encuentro existencial, vivencial. Entre dos personas con roles diferentes pero fundamentalmente iguales. Como tales “iguales” no existe una situación ideal en la que el cliente es el que a priori transfiere y el terapeuta únicamente “reacciona”- En la Gestalt el terapeuta se muestra y es “transparente”.






Transparencia

   En el proceso terapéutico podemos definir la transparencia como la acción del terapeuta por la que manifiesta ante el cliente lo que está sintiendo en relación a lo que está pasando o lo que le está evocando lo que el otro le cuenta. Es una posibilidad de manifestarse ante el cliente tal cual es, para poder ser visto como persona, rompiendo el marco de las transferencias. Es la expresión de una emoción genuina del terapeuta hecha a favor del otro.

  Esta herramienta puede ser utilizada para afirmar algo de uno mismo como persona/terapeuta, poniendo en el presente una emoción o afecto propio. Está lejos de ser un consejo o de pretender protagonismo con lo propio (lo que sería invadir el campo del otro).

  La transparencia puede ser útil y eficaz para desmontar una situación de transferencia o de neurosis transferencial y de esta manera, centrar en el presente la relación. Consecuentemente, se posibilita el contacto real y la emoción verdadera.

  A veces la transparencia puede ser muy confrontadora. Cada situación y cada comunicación nos marca como y cuando usarla.

  Es importante, así mismo, señalar que la transparencia puede ser usada de forma inadecuada si el terapeuta invade con sus ideas o emociones el campo de la sesión. Pueden darse terapeutas de tipo exhibicionista o narcisista que ponen por encima sus propios sentimientos o intuiciones y dejan de escuchar lo que la otra persona necesita. La escucha, la devolución, la frustración, la confrontación, el apoyo, son elementos tan importantes o al mismo nivel que la transparencia. Debemos saber como utilizar cada uno de estos.

  Por ello, la transparencia requiere de un tiempo y de práctica para saber como usarla, y cada terapeuta necesita conocer sus tiempos.

  Existen dos tendencias respecto de la transparencia: Una se aplica al final del proceso como forma para completar el término de la relación y desvelarse del todo como persona (lo que es más psicoanalítico). La otra es abrirla cuanto antes y aplicarla de esta manera para desmontar los prejuicios transferenciales.

  Cada persona puede seguir una u otra senda dependiendo de la fuerza o rigidez de la imagen que da al otro, de la propia imagen que queremos mantener, de las características de esa imagen ideal…

  
Pienso que es más importante escuchar y poner al otro delante de sus miedos y falsedades que pretender desmontar la propia imagen desde el principio.



Miguel Albiñana

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