martes, 26 de agosto de 2014

Viaje


Viaje

Viajar siempre me ha producido una sensación de cambio. Como el aire que se mueve hoy a orillas del mar, suave brisa fresca y viva que se pasea entre el azul intenso del mar ya el cielo azul pastel.
Estos días de viaje son tal vez un poco distintos. Más que otras veces las imágenes aparecen y se van para dar paso a las siguientes.
Así veo mi existencia hoy. Un largo paseo por imágenes en movimiento, con mi yo incorporado, como aparente protagonista de la excursión de vida. Emergen las velas del barquito para desaparecer al poco, dejando un rastro de pasado que se esfuma como el humo, cuando apago mi vela.


La mente maravillosa interpreta sin descanso lo que percibe y me deja impresa su traducción para que yo la coloque de acuerdo con mi sentido. Y las imágenes continúan, aunque a veces yo las deje correr para descansar de ellas y permitir unos instantes de mera sensación.
Y entonces a veces y solamente raras veces, se produce un desajuste y hace que todo pierda el significado de siempre, el que se relaciona con lo que parece ser la vida.
Es un como sí. Un como sí todo fuera mera existencia. Sin significados.
Y la vida y su fluir continúa.
Y el mar brilla entre azul y plata bruñida.
Y el sol va bajando sobre el mar y añade oro al azul.


sábado, 16 de agosto de 2014

La plenitud

 La plenitud

(a petición de M)

"Y el individuo se libera al dar a ver lo que él ve
dando lo que se le da.
Pues que dado es siempre,
aunque se pene para que aparezca"
María Zambrano

   Si el vacío representa una sensación de aislamiento, de extrañeza existencial o de cambio en la actitud y en la manera de percibir se a sí y al mundo, por el contrario, la plenitud se manifiesta en mí cuando no hay frontera entre la percepción de sí y del mundo.
   Podría decirse que es un instante de asombro. De asombro alegre, dichoso. Se deja de lado el sí mismo (Heidegger decía el dasein) para que toda la atención esté puesta en el absoluto presente.
   Y ello requiere que el perceptor o percibidor quede en cierta manera fusionado con lo percibido.
   Me puede pasar  al dejar de estar tratando de “conocerme” y detener el runrún de las imágenes mentales.
   Y también, como en el caso de la foto que os comparto, al atender plenamente a algo externo que embarga mis sentidos  y detiene o amortigua la forma de percibir dual del  mundo como observador-observado.
   Desde luego que, en mí, es una experiencia infrecuente. La plenitud.
   Infelizmente, es más común el vacío. Casi siempre acompañado de su pareja: la angustia. Como cuando el mundo deja de tener el sentido que siempre ha tenido. O como cuando las apariencias se desvanecen, como maya, que dicen los hindúes.
   Y entonces, en ese desamparo, queda el ser y el vacío.
   O, como decía Sartre, el ser y la nada.
   Pero yo iba a hablar del pleno y no del vacío.
  Aún cuando ambos van tan de la mano.
  Y puede que, pasada o aceptada la angustia, el vacío sea algo muy similar al pleno.
Puede….