viernes, 30 de enero de 2015

Soñar


Sueño que existo.

  Puede que uno de los cuentos que más me turban cuando lo leo de nuevo es el de Alicia (en el país de las maravillas).
  Ayer recogía un comentario interpretativo de esta maravillosa historia. El comentario se relaciona sobre todo con el hecho de que, desde niños, existimos en la medida en que nos hacen caso. En tanto sabemos que somos pensados por otros (en especial por los padres).

    Pero el cuento es tan brillante, tan espléndido en todos sus matices, que no se agota con una explicación psicológica por talentosa que sea.
Me emociona  en especial el momento en que nos narra que  Alicia encuentra al Rey Rojo durmiendo y discute con Tweedledee acerca de lo que el Rey puede o no estar soñando.
   El compañero de Alicia le asegura que, si el soñador dejara de soñar con ella, la niña "se apagaría" como una vela cuando el viento la sume en al oscuridad.
    Todos nos apagaríamos, parece ser la conclusión, si el Gran Soñador dejara de tenernos en sus pensamientos.




    A partir de ahí los personajes discuten acerca de si son o no son "reales", si verdaderamente existen o son puras imágenes del Rey Rojo.

   Alicia alega que ella está llorando, dando prueba de su existencia con sus lágrimas Pero de nada le vale el argumento ya que esas lágrimas -arguye Tweedledee- son tan irreales  y oníricas como su propia idea de que existe.

   Y ese día  fue un día en que yo mismo soñé.
   Y mis sueños eran "tan reales" que , cuando desperté, me costó distinguir entre el yo que había soñado y el que recordaba los sueños.

  Y me quedé así. En estado paradójico.
  Sonriendo.


jueves, 8 de enero de 2015

La Terreur

   Un buen amigo me pide que escriba algo acerca del terrible atentado en París de ayer, en que fueron asesinadas al menos doce personas. Personas que escribían para un semanario de humor, en el que se hizo humor también con figuras de la religión musulmana.

   El terror y el miedo han sido usados por la humanidad desde que se conoce la así llamada civilización.
   Casi todos los animales utilizan el dar miedo, casi siempre a fin de crear un mejor o mayor espacio para su supervivencia. Así el león ruge y asusta a sus congéneres competidores o a otros animales.

   La llegada de la civilización y principalmente de las sociedades agrarias supuso un avance en todos los aspectos. Y también en el tema del terror. Los asirios o los persas, los turcos o los hunos, los “bárbaros” o los romanos, los chinos o los europeos, todos han desarrollado dinámicas de terror para lograr un mayor poder personal o para sus pueblos.

   Tremendo es el testimonio que relata Sven Lindqvist en su libro “Exterminad a todos los salvajes” (Editorial Turner 2014). Y cito este libro porque de forma cruda y sistemática, el autor sueco revisa los procesos “colonizadores” de los europeos. Con formas de terror impuestas desde un aparente deseo de llevar “la cultura” y la “civilización” , o las ideas religiosas, los diversos pueblos de Europa han llevado a cabo grandes masacres, cuando no genocidios.

   No solamente los europeos. Ahí están los otomanos en Armenia, entre otros. Los chinos con ellos mismos, los árabes para expandirse por medio mundo, los estadounidenses con sus “no-conquistas” comerciales etc.

  Eso por no hablar del terrorismo de las clases dominantes frente a otros grupos sociales desfavorecidos: matanzas, cárceles, deportaciones, torturas, forman parte del disparate en que vivimos los humanos desde milenios.

   El asunto que parece novedoso en estos tiempos (pero no lo es, pensemos en la Inquisición por ejemplo)) es el uso de las ideas o ideales religiosos para cometer asesinatos o masacres. Varios países tiene ya su fecha en relación a este apartado relacionado con el “terrorismo islámico”: el 11J, el 11 M, Indonesia (Bali), Inglaterra, España… y ahora Francia. Claro que no contamos las matanzas constantes en Iraq desde que fue “liberada” por Occidente de su feroz dictador. Ni las de Egipto, o Tailandia, o Afganistán. La lista es interminable.

   Se nos dice que “en pleno siglo XXI” esto es impensable. No hace tanto en Europa se masacraba por cuestión de religión (Yugoslavia).

   ¿Qué quiero decir en realidad? Aquí se han pisoteado de manera asesina y cruel las libertades de expresión de Francia. País que sigue siendo para muchos símbolo de la Revolución de la libertad, la igualdad y la fraternidad. Sin embargo,  en Francia y en ninguno de sus vecinos esa triada revolucionaria es más aparente que real. Es cierto que gracias a su riqueza en Europa un gran numero de personas ha podido ejercer esas libertades. Y, con todo, ha sido a costa de que otros no las tengan. Europa, sin ser la única,  sigue siendo una gran explotadora de la riqueza de otros países y pueblos. Y, dentro de ella, la población inmigrante, que fue traída como fuerza de trabajo que los europeos no querían ya asumir, ha sido poco o casi nada integrada en las sociedades europeas.

¡Ay! Esos barros trajeron (en buena parte) estos lodos.

   Ahora en Francia hay quien acusa al presidente Hollande o a su predecesor socialista, de haber llenado a Francia con inmigrantes indeseables. Se olvidan de De Gaulle que propició la liberación de las colonias y la entrada de los primeros norteafricanos. De Pompidou con sus casi 5 años de mandato y que abrió Francia a la llegada de trabajadores principalmente del norte de África. De los siete años de Giscard d’Estaing. De los doce de Chirac. De los cinco de Sarkozy…

   No. La culpa o responsabilidad no es de Hollande. Es de toda la sociedad europea que, codiciosamente, ha traído a estas personas (con todo sus valores) en condiciones sociales penosas y ahora se quiere deshacer de ellas porque muchas ya no les hacen falta. Y entonces hablamos de “valores”. De “tradiciones”. De “costumbres ancestrales”.

   Yo esa moto no la compro.

   Creo que los europeos tenemos que hacer un gran balance. Histórico, social y actual.

¿Que me he alejado del tema del asesinato de ayer? Si y no.

  Dice el actual Dalai Lama que con la violencia se ahoga un hecho, pero se provocan muchos más actos violentos.

  Necesitamos ver qué es lo que genera esa violencia. El Islam no es más violento que lo fue el cristianismo o el judaísmo. U otras formas de entender la religión, las vías hacia lo divino.

  Yo creo que nos encontramos ante un hecho social y cultural y por ende político.

  Antes que, o además de, tratar de ahogar futuros actos violentos, nuestros gobernantes deberían cuestionarse qué es lo que provoca esa rabia ciega en esas gentes que matan aunque mueran en el intento y tratar de propiciar otras formas de generar riqueza y convivencia.

  Y eso no solamente cierto para Francia. Lo es para Europa. Lo es para toda nuestra sociedad.

  Y me estremezco de dolor pensando en las víctimas, en sus familias y en la sociedad entera.



sábado, 3 de enero de 2015

2015

    Ha entrado un nuevo año. Para muchos lleno de promesas de que las cosas cambien a mejor. Para otros de que las cosas queden como están. Así son las polaridades en las que vive nuestra mente. Y frente a ese deseo versus rechazo, la indiferencia. Que no es mejor ni peor que las anteriores.
    Permanecer en el mundo, haciendo lo que cada uno puede para estar mejor consigo mismo, con la ilusión de que hacemos algo para mejorarlo.
    Porque ilusión es, de todas las maneras. Una ilusión llena de placeres y de dolores, de vida y de muerte. De salud y de enfermedad. De belleza y de fealdad.
    Y en este contexto, lo que puedo es mantener mis sentidos despiertos, florecer a mis potencialidades, aceptar mis límites, explorar los dominios de la conciencia. Recordar que no nací solo, ni moriré solo, puestos que los demás y el mundo siguen ahí, y son mis compañeros de viaje en el tiempo que vaya a vivir.
    Desear suerte no sé si contribuye a tenerla. En el mundo de lo fenoménico parece ser que gran parte de lo que nos sucede es por suerte. La llamamos buena si nos favorece (a nuestra vida, a nuestras ideas o concepciones) y mala si la percibimos perjudicial.
    Pero contribuya o no a que la tengáis, todos los que habéis leído o me leéis, os deseo suerte. Que los hechos se sincronicen lo más favorablemente para vuestra vida y para lo y  para los que amáis.
    Y también mi gratitud por vuestro ánimo, por vuestros comentarios, por estar presentes en mi vida.      Unos con nombre y otros anónimos.