lunes, 31 de diciembre de 2012

Invierno y fin de año

Termina el 2012. Es día de San Silvestre, dicen los cristianos. Así le pusieron al último dia del año. No es importante a qué santo vaya dedicado el dia de hoy y su noche.Pero lo de Silvestre me ha hecho siempre gracia.
Para mi lo relevante es lo que ya queda atrás, de forma simbólica, al pasar de un año a otro, en este calendario solar que nos rige, desde hace milenios.
Los dias se han empezado a hacer un poquito más largos en este hemisferio y en estas latitudes, coincidiendo con el solsticio. El inviernos es estación de reposo natural, aunque en este tipo de cultura pareciera que el reposo ya no existe, pues noches y días son tratados casi de la misma manera: con ocupaciones, preocupaciones, y casi el mismo nervio que si estuviéramos en otra cualquiera de las cuatro en que dividimos el año.
Sin embargo, hay algo que podemos encontrar, recuperando la contemplación de la Naturaleza. Como todo parece dormir, en el mundo vegetal al menos. El frío recoge, invita a la soledad, a la introspección, al recogimiento. Unos tomamos la invitación. Otros la desplazamos. Otros simplemente ni le prestamos atención.
Personalmente yo la suelo tomar, al menos en parte. Me gusta esa sensación de recogimiento en el frío. Ayer, en mi paseo diario, sentía el aire helado y húmedo en el rostro como una especie de caricia, bien diferente de la brisa del verano, pero igualmente hermosa y grata. Nadie en el parque. Solamente las plantas y yo, la tierra fria, el riachuelo lleno de hojas secas. Algunas descompuestas ya, dando alimento natural a la tierra y a sus seres vivos...
Momento de reflexión para mi sobre lo que ha sucedido en este año. Un ratito para dejar cosas atrás, o para darme cuenta, más bien, que ya quedaron atrás. Otro instante para poner delante las expectativas, porque sí, afortunadamente, todavía hay expectativas, posibles sorpresas. Unas deseables y deseadas. Otras, rechabables y rechazadas.
Pero da lo mismo. Unas y otras tienen posibilidades de suceder y de nada sirve hacerse ilusiones al respecto. Y una cosa es no hacérselas y otra bien diferente no tratar mediante la acción consciente de que sucedan.
Os comparto que me viene una sensación de dicha, en medio de tanto sufrimiento y dificultades. Este es casi el momento en que el año gira y lo despido con gratitud por todo lo que me ha permitido realizar, por poder dedicarme a lo que me gusta, porque dentro de todas las dificultades, estoy saludable, queriente y querible. Lejos de todas las fantasías omnipotentes, omnipresentes y omniscientes.
Algunos libritos me siguen haciendo excelente compañía. Algunas personas, entre las que estais, queridos letores de este blog, me acompañan. Sé que es una expresión un poco vanidosa, pero también quiero compartiros mi bienestar de este instante.
Al tiempo que os deseo que os vaya bien, que encontreis caminos de salida a los conflictos internos, que logreis vuestras metas en concordancia con las de los demás.
Que la virtud de la benevolencia se instale entre todos.
Este es mi deseo para el año que entra.

viernes, 28 de diciembre de 2012

frustración...



La vida nos puede colmar de alegrías y de frustraciones. Mucho depende de la suerte, bastante del destino, una parte de nuestra voluntad...
La frustración suele estar en medida proporcional a nuestra dificultad para adaptarnos a la realidad. Cuanto más distancia hay entre lo que es y lo que nos gustaría que fuera, mayor puede llegar a ser esa sensación frsutrante, mezcla de rabia, de tristeza y de impotencia.
La acción consciente, encaminada a aportar un acercamiento entre lo que nos gustaría y lo que es , suele ser antídoto de frustraciones...
Por lo demás, basta mirar en nuestro interior para atisbar las muchas causas históricas, presentes  y futuribles que nos llevan a ese estado...
En el intenso y continuo caleidoscopio de la realidad, nuestras acciones conscientes nos pueden aliviar de la frustración, pero ciertamente no por ello dejarán de existir realidades que no nos gustan...


domingo, 9 de diciembre de 2012

Petición

Hola a quienes leen este blog con alguna o con bastante asiduidad. 
Hoy os escribo para pediros una opinión. Recientemente cambié algo de la la imagen del blog. Así mismo compruebo que el número de lecturas aumenta.
Sin embargo, hay algo, que como el elefante de la foto, no logro alcanzar y es mantener un nivel de comentarios acerca de lo que escribo.
Por ejemplo, el último artículo, sobre el otoño, no ha recibido hasta ahora ninguno ¿Cual es vuestra opinión? ¿Podría ser que dejo poco espacio para opinar? ¿Puede ser la natural tendencia a leer y a guardarse la sensación de lo escrito? ¿Puede ser porque el asunto no es particularmente interesante?
Quiero deciros que vuestra lectura me importa y me anima. Y me anima todavía más que me compartais que pensais, sentis o experimentais acerca de lo que digo.
Un abrazo prenavideño.
MIGUEL

jueves, 29 de noviembre de 2012

Otoño

Finaliza el otoño

La ciudad está tapizada de hojas que el viento de la estación arroja en todas las direcciones. Me alejo de las calles transitadas y entro en el parque, silencioso y solitario. Los árboles se han ido desnudando en estos días y quedan ya pocas hojas en los plátanos, en los castaños, en las acacias...
El viento arremolina las hojas y las mueve de un lado a otro formando montoncillos, que una nueva ráfaga lanza hacia otro lugar cambiando el paisaje del camino.
De improviso, tengo una sensación profunda que me maravilla: ¡Precisamente eso es lo que sucede a cada instante en mi vida! Pareciera que algo tiene un lugar y que va a permanecer y que soy yo el punto de referencia y sin embargo el viento, el deseo, el impùlso, el tiempo... la vida misma no para de moverlo todo y a mi con el resto...
Mi existencia ha ido pasando por las estaciones, la primavera de mi infancia, con sus impresiones nuevas y la impulsividad de esa edad; el verano majestuoso y lleno de frutos, con la fuerza de sentirse adulto: el otoño que, desde hace ya algunos años, hace caer muchas de mis hojas, de mis ilusiones, de mis fantasías y, a un tiempo, fortalece mi espíritu llevándome poco a poco hacia el invierno, en el que la energía se va guardando y las ramas, con la savia retraida, se van haciendo duras y rígidas...
Nada permanece. Todo está en permanente cambio y la falsa sensación de que yo observo sin  estar metido en ese conjunto cambiante desaparece, mientras vetas de luz se entremeten entre las plantas del parque..
¡Todo ahora parece estar tan claro! Siento una inmensa sensación de alivio, puede ser que de felicidad.
El paseo por entre las hojas se convierte en un estado meditativo, contemplativo, luminoso.
Paso por lechos de hojas amarillas fosforescentes, rojas, marrones, todavía verdosas...
El aire es frío y limpia mi rostro.
Respiro este otoño cono una sensación diferente, distinta de otros años.
Agradezco la ligereza de mi cuerpo caminante y la limpieza del aire, entre el cielo gris y azulado.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Formas de amor


Acerca del amor

"Il n'y a pas d'amour heureux" (Aragon)

"Amar es regocijarse" (Aristóteles)

"Un amigo es alguien que te conoce muy bien y que, a pesar de todo, te quiere"
A.C.Sponville

 
Al  pensar acerca de la sensación o vivencia amorosa, me llegan recuerdos de diversas experiencias. Se trata seguramente de una palabra manida, cuyo significado ha quedado obscurecido a través de tantos siglos de hablar acerca de ella y de pretender alcanzarla, persiguiéndola como una sombra frustradora.
Recientemente, he estado leyendo un artículo de uno de mis filósofos favoritos del momento: André Compte-Sponville. Me gusta en particular su manera de abordar los temas, porque entremezcla sus vivencias con el significado de las cosas y procura clarificar la razón desde la vivencia. Lo encuentro más delicado que otro de mis favoritos, Michel Onfray, al que he seguido en casi todas sus obras. Onfray es más guerrero, más radical, más anarquista, aunque igualmente honesto. Ambos rechazan al dios personal y se proclaman ateos. André, sin embargo, mantiene más contacto con lo cristiano y con lo religioso en general y puede que, además, su prosa sea más elegante.
En fin, ambos merecen la pena ser visitados o leidos en casi toda su obra por quienes  buscamos asentar el conocimiento y la claridad o simplemente disfrutar con una buena e interesante lectura.
El caso es que André, al hablar del amor y de la capacidad amorosa, sigue, al igual que muchos escritores, filósofos o no, esa distinción conceptual y vivencial que hicieron los griegos entre tres facultades o capacidades amorosas, definidas por tres palabras diferente que, en castellano, al igual que en muchos otras lenguas, traducimos casi exclusivamente por amor. Se trata de Eros, de filia y de ágape. Tres diferentes maneras de enfilar el amor y puede que tres distintas formas de hacer el contacto con el otro.
Platón, ese formidable bastión de la cultura y de la filosofía  y en particular de la occidental cristiana, es uno de los primeros en hablar de amor. Lo hace en su libro “El Banquete”, en el que diversos personajes se reúnen alrededor de una mesa para conversar amablemente acerca del tema. Son especialmente conocidas las intervenciones de Alcibíades, el héroe de la juventud  de su época, popular por su belleza y por sus facultades físicas e intelectuales, que no políticas. Platón le hace hablar del amor entendido como pasión (el Eros, representado por el niño o el adolescente ciego, que dispara las flechas), pasión hacia el otro y no solamente sexual (de hecho distingue entre la pasión sexual –cuya representación es Afrodita con sus placeres- y la pasión hacia el otro: “el enamoramiento” diríamos para entendernos hoy). Ambas pasiones pueden ir juntas, pero no es obligado. Se puede sentir ta afrodita (deseo o atracción sexual) sin Eros (enamoramiento apasionado) y viceversa.
 Eros, entendido como esa pasión amorosa, es la que tantas veces vemos representadas en las artes, especialmente en la literatura, el teatro,  en la pintura, en la escultura y en el cine de la actualidad. Tal vez podemos llamarlo amor romántico, en la medida que esta lleno de ardor, de emoción desbordada: el amor adolescente y juvenil.
Platón hace decir a Alcibíades que ese amor que pretende llenarnos es consecuencia de que los dioses condenaron a los hombres, a los humanes, a buscar por el mundo su mitad, su media naranja, pues, siendo redondos y cuasi perfectos,  los partieron por la mitad para que no se sintieran poderosos y tentados de escalar el cielo y mezclarse con ellos, con los dioses. Antes de ser cortados por la mitad, los humanes tenían cuatro patas y cuatro ojos, dos sexos… y eran mitad hombre y mujer o dos mitades de hombre (homosexuales masculinos) o dos mitades de mujer (homosexuales femeninos). Al ser rebanados por la mitad, quedaron más débiles y compelidos a buscar esa otra mitad y así los dioses se quedaron tranquilos en su Olimpo y complacidos por sus ofrendas… En fin, se trata de una “boutade” platónica, de un cuento mítico,  para hacernos ver la forma de percibir el amor como una compulsión a encontrar la otra mitad de nosotros mismos, y que, si lo lográramos, seríamos ya felices (aunque bien sabenos que alejándonos así de la verdadera felicidad, que sería ir al lugar de los dioses). Platón pone en boca de Alcibíades que el amor reúne las cuatro condiciones esenciales para hacernos felices : es definitivo, colma completamente, es exclusivo y pone fin a la soledad. Es un amor fusión. Basta reunir recuerdos de nuestras relaciones fusionales para darse cuenta (al menos en lo que a mí me toca) que la cosa no va por ahí y que raramente el tiempo no va deshaciendo esa fantasía de la “media naranja” que llena todas nuestras necesidades, como en los cuentos de niños en que se decía al final del mismo, cuando el héroe conquistaba a su heroina o viceversa, eso de “… y fueron felices y comieron perdices”.
 Y, en consecuencia, viene la argumentación platónica.
Para ello, Platón hace hablar a su maestro Sócrates a través de Diotima, una sabia sacerdotisa. Y de su boca aparece otro de los grandes sofismas que ha permeado en nuestra cultura. Diotima/Sócrates/Platón considera que el amor busca la realización de un deseo y que el deseo intenta colmar una carencia. Por tanto, colmada la carencia por medio de la satisfacción del deseo, reaparece la carencia que el deseo vuelve a intentar colmar y nos pasamos la vida en un estado de intentar colmar esas carencias. Con ello, el amor no es sino un vano intento de llenar el vacío (la carencia). Pasamos, como decía Schopenhauer, del deseo al  hastío o aburrimiento.
De ahí, el filósofo nos propone un recorrido a través de las ideas, para llegar a la conclusión de que lo único que puede colmar nuestra carencia es la consecución de lo Bello, Idea Suprema que nos permitirá descansar en su esencia. Fue fácil para el mundo cristiano poner a Dios como representación absoluta de lo Bello y por ende decir que solamente Dios colma nuestra necesidad, nuestra carencia última.
Pero, una vez más, la filosofía no consigue concretar la felicidad, ni siquiera resumir lo que el amor puede llegar a darnos. Lo Bello (acabará diciéndolo Aristóteles) es algo inalcanzable, que solamente se manifiesta a través de situaciones concretas. Bien es verdad que los místicos podrán alegar que es con la experiencia transcendente que se alcanza lo Bello  (para entendernos, el Ser) y por tanto vemos colmada la necesidad (la ansiosa carencia). La permanencia en Dios haría , de esta manera, feliz a quien puede contemplarLe de forma permanente. Así lo describe Dante en ese Paraíso, en el que las almas están radiantes en Su contemplación y ya no desean nada más.
 Sin embargo y sin excluir  ese exclusivo mundo contemplativo, voy a seguir por el momento la argumentación de André.
Recurrimos, de esta manera, a buscar otra idea del amor, sin excluir a Eros.
Es verdad que casi todos pasamos por la fase del amor pasión, de preferencia con, pero también sin, sus aspavientos sexuales (el así llamado amor “platónico”). Sin embargo, comprobamos que la mayor parte de las parejas estables no renuncian a amarse aun cuando  la pasión esté lejos o transformada. Consiguen transmutarla por medio de otra forma de amar, que en griego llamaban Filia. He observado en mi y en otras personas como el amor evoluciona y el otro pasa a ser querido, estimado, considerado, cercano, con casi independencia de que la pasión esté o no. André recuerda como, antiguamente, en idioma francés, los esposos se llamaban “ma mie o mon ami/e”, es decir "mi amiga/o". Amigo es obviamente una derivación de la palabra amor.  Se trata de una amor distinto y que sin embargo es extraordinariamente relevante en los humanos adultos… Y en ese sentido, aparece el amor ya no como pasión, sino como pulsión, como capacidad inagotable, como valor axiológico principalísimo, que hace que aquel que nos es conocido y cercano no solamente no aburre ni hastía, sino que es fuente principal de felicidad. El Eros no es excluido, pero deja de ser el ingrediente principal o al menos único de la relación amorosa.
Filia es un sentimiento que no se tiene nada más con la pareja, sino que es similar cuando hablamos de los hijos, de los padres o parientes cercanos, de los amigos “íntimos”. Es amor, en la medida que sigue estando delante de nuestro propio interés, o al menos lo acompaña íntimamente y nos lleva con frecuencia a sacrificar ese interés en beneficio del otro. Esa sensación amorosa nos hace sentir bien, felices al poder dar al otro, sin sentir que estamos necesitados de recibir a cambio otra cosa que no sea amor y, en su faceta más elevada, ni siquiera eso esperamos, al menos de manera inmediata y recíproca: nos alejamos del refrán latino do ut des (te doy para que me des).
Aún siendo esta forma de amor algo lleno de plenitud y que puede llegar a saciar nuestra capacidad de dar, existe entre los humanes otra forma de amor. Dejaré para otra ocasión analizar como este amor ha podido favorecer a nuestra especie a través de la selección natural. No se trata ahora de “des-sacralizar el amor”.
Los antiguos griegos no nos hablan de ágape. La palabra nos viene a través del helenismo y vía los escritos cristianos. Se trata de otra forma ( la más elevada para el cristiano) de alejarnos de la búsqueda de nuestros propios intereses. En esta orientación lo llamaríamos cáritas o caridad (amor desinteresado) Porque el amor de  o hacia la pareja, hacia los parientes o amigos íntimos es sin duda maravilloso. Visto desde la altura de miras, todavía tiene algo de relacionado con el ego, con la propia felicidad. Por ello, y aquí llega o Occidente claramente a través del cristianismo, el amor puede ir dirigido a aquellos a los que no tenemos en nuestro círculo íntimo ni genético. Se trata de buscar el bien de todos en general y, en especial en estos tiempos, podemos hablar del bien de lo que nos circunda, de la Naturaleza, aquello que heredarán los próximos, de los animales nos gusten o no, de las  plantas, etc. etc. Otros enfoques espirituales hablan de la compasión (el budismo), la fusión en dios (el sufismo) …
Eros, Filia y Ágape no tienen porque ser consecutivos, ni mucho menos incompatibles. Podemos sentirlos en situaciones diferentes, en tiempos y espacios distintos. Ni siquiera, y alejándonos de una concepción moralista, tenemos porqué considerar a uno mejor que otro o un valor más elevado. Dejemos eso para la ética, o la religión.
Simplemente, se trata –a mi juicio- de observar nuestra mente y de ver como la hemos ido programando para que las cosas tengan que ser de una manera determinada. Lo que hace que a veces buscamos separarnos porque ya no hay Eros, o Filia o Ágape, cuando en realidad se dan no siempre de forma indefinida y ni siquiera se dan siempre (y entonces nos sentimos o podemos sentir vacíos de amor).
Una vida plena está probablemente llena de experiencias eróticas, filiales y agápicas, si me permitís esa terminología. Y sin olvidar los placeres de Afrodita, a las que aludí al principio, o del afecto, o de la contemplación....
Porque, finalmente, la permanente búsqueda de satisfacción a través del deseo para llenar las carencias nos hace olvidar que puede ser que la felicidad venga por medio de lo que ya tenemos y no necesariamente a través de lo que nos gustaría tener.
Un inventario de las facultades y potencialidades que tenemos y que podemos desarrollar puede hacernos más felices que tratar de encontrar aquello que nunca podremos lograr. A veces, les digo a mis orientados que se trata de sustituir los condicionales “me gustaría” o los subjuntivos “me hubiera gustado” por algo más simple como “esto puedo hacer y esto quiero hacer”.
Y de esto último está en  buena parte hecho el amor. Puesto que no se puede amar por voluntad, aunque sí se puede desear amar, ejercitándolo con buena voluntad.

lunes, 22 de octubre de 2012

Libertad para vivir y para morir


Libertad para vivir y para morir (En recuerdo de A.)

Hace unas semanas A. me dejó un mensaje en el contestador. Se había acordado de mi y me llamaba para despedirse.
 Al  poco tiempo, logramos hablar directamente. Hacia ya bastantes años que no nos veíamos, aunque ocasionalmente me habían dado noticias de su difícil situación emocional y psicológica.
 En la conversación por teléfono me compartió que estaba harto de vivir. Que su vida no hacía sino causarle sufrimiento, que involuntaria o voluntariamente descargaba en las pocas personas que le rodeaban y le querían y a las que, en consecuencia, también hacia sufrir.
Para él la situación hacia tiempo que había llegado a un límite intolerable y por deferencia a determinadas personas, había aguardado un tiempo para ejecutar su decisión, que era ahora inaplazable e irrevocable.
Su voz me llegaba estremecedoramente tranquila y reposada. Su tono absolutamente resuelto y decidido. La llamada –me dijo- era un adiós, una despedida a tiempos pasados juntos, a memorias de otrora que recordaba con gusto.
Su llamada era también un reconocimiento, según me dijo, al afecto y al respeto que había sentido y sentía por mi y que sabía recíproco.
Tal vez por lo impresionado que me sentía, tal vez porque no podía admitir que una persona relativamente joven pensara en “quitarse de en medio” (con sus propias palabras), y sin duda por el cariño que le guardaba,  intenté disuadirle de su decisión con argumentos que ahora me parecen insuficientes: la responsabilidad familiar y de amistad, la posibilidad de iniciar algún tratamiento psicológico o médico para mejorar su calidad de vida, la posibilidad de que el futuro deparara mejores situaciones… Nada de esto le conmovió. Su disposición era firme, razonada y consciente, incluso diría que con el grado máximo de consistencia.
Tras llevar a cabo algunos contactos que me pareció debía  y necesitaba hacer en relación a A., quedé sumergido en un  vacío. No es mi interés ahora narrar todas las cosas que fueron pasando en aquellos días, hasta que, al poco tiempo, un amigo común me llamó para decirme que la víspera A. había llevado a cabo su medida. Según supe, murió tranquilamente sentado en su sofá, tras haber pasado la tarde anterior con alguno de sus más directos conocidos.
¿Porqué comparto esta triste vivencia? Por que, a raíz de su desaparición, fueron muchas las veces que pensé y todavía pienso en esta persona. Me motivó a indagar algo más sobre el panorama de la libertad para quitarse la vida y más tomando en cuenta que suele ser algo que deja un poso amargo y suele ser mal aceptado,  cuando no condenado, socialmente.
Está claro para mi que disponer sobre la propia vida  es una decisión libre y clara y no por ello difícil. Clara particularmente y no por ello menos dramática, en casos en que seguir vivo solamente puede acarrear mayor sufrimiento físico, como en el caso del Ramón de la película “Mar adentro” (Alejandro Amenabar, 2004), o en casos en que la muerte se ha producido ya a nivel cerebral y se  trata de desenchufar los prolongadores artificiales de la vida vegetativa.
Pero ¿y si se trata de una decisión tomada libremente porque ya la vida no vale la pena a quien la vive? Algunos profesionales de la psicología dirán que puede tratarse de una locura transitoria, de una depresión tratable y por tanto que hay que “curar” a esa persona que padece una “locura transitoria”. Los que comparten ideas y creencias “religiosas” pueden alegar que la enfermedad  es un sufrimiento que debemos aceptar, porque así lo quiere la divinidad que busca nuestro bien y que nosotros no somos capaces de alcanzar esa suprema visión…. Determinadas corrientes filosóficas argüirán que la vida es un valor soberano, el mayor desde el punto de vista axiológico y que ha de ser valorado y respetado por encima de las volubles e inconstantes valoraciones personales…
Ninguna de esas argumentaciones me vale al día de hoy. Al menos cuando se da una decisión libremente aceptada, hasta donde conozco el sentido de la palabra libertad.
Unos días después de la desaparición de A. fui casualmente al cine. Iba a ver un film y me equivoqué sincrónicamente de sala. El error me llevó a ver: “Cinco días sin Nora” (un film de la directora  mexicana Mariana Chenillo). Una mujer que se quita la vida, harta de sufrir emocionalmente, castigada por lo que podríamos llamar depresión profunda e incurable. El tema de la historia es la incomprensión ante el suicidio, de los familiares, de los amigos, de los religiosos (en este caso judíos).
Pero la protagonista ha preparado muy decentemente su partida, procurando no solamente no hacer daño, sino hacer el mayor bien al tiempo que está “quitándose de en medio”. La trama se va desarrollando de tal manera que acabé sintiendo un profundo respeto y cariño hacia la mujer, aún lamentando su muerte y entendiendo el enfado y la sensación de abandono de los que la rodeaban.
Y me ayudó mucho a entender a A.  y también mis propias sentimientos.
Me di cuenta de que, en un principio, había sentido enojo por la pérdida y frustración por no haber sabido “convencerle” de que permaneciera en este mundo hasta que le tocara la Parca. Había algo egoísta en  mi. Pero más tarde, y tras algunas sesiones de meditación y de reflexión, percibí la enorme libertad que esta persona se había dado, aún cuando haya podido causar dolor por su desaparición a mi y más todavía a personas bastante más cercanas a él  que yo mismo.
Desconozco a estas alturas si la libertad es una facultad real del humano o es simplemente una categoría filosófica, social, religiosa o incluso penal. Puede que, cuando lleguemos a tener mayores datos sobre el cerebro, tengamos perspectivas diferentes  y más certeras de las actuales.
Pero, suponiendo que esa  tal libertad exista, es decir que podamos tomar decisiones diferentes ante una misma situación, esa libertad conlleva para mi el disponer de la propia vida, como algo maravilloso sin duda, el mayor valor con casi total seguridad,  pero cuya administración nos corresponde de acuerdo con nuestras facultades.
Y dentro de ese margen de libertad, está calibrar si vivir o continuar viviendo es algo deseable, o ha dejado de serlo, tomando, en consecuencia, todos los elementos que componen nuestra vida, esa configuración, esa gestalt, que nos vincula a los otros y al universo entero.
Por supuesto que se trata de una opinión personal, fruto también de que no creo en ningún ser superior que opine lo contrario.
El escritor francés Albert Camus se atribuye la frase de que “lo único verdaderamente importante en este universo es decidir si uno quiere o no seguir viviendo” (probablemente hace una alusión mucho más directa al suicidio). Vivimos en un mundo lleno de contradicciones y de oposiciones, de las que destaco ahora simplemente amor y odio, placer y dolor, vida y muerte, creación e indiferencia… Vivimos una vida necesariamente limitada, en tiempo y en espacio. Y como mucho de un centenar de años. Para algunos, ese espacio/tiempo puede ser casi un paraíso. Para otros casi un infierno.
Nada nos obliga a estar vivos. Si lo estamos, puede ser por instinto, por amor, por responsabilidad, por deseo, por responsabilidad. Pero, ciertamente, no por obligación, ni porque alguien nos vaya a castigar si decidimos partir antes de lo que se supone que deberíamos. Sé que esto contradice muchos códigos. Actualmente no comulgo con ellos.
Para mi, la vida es un largo aprendizaje hacia la libertad y hacia la responsabilidad. Y, en este campo,  la libertad es llegar a tomar únicamente las determinaciones que hacen bien, a sí mismo y a los demás. Por libertad, no por deber ser.
No autorizo a los demás a tomar esas decisiones por mi. Al día de hoy, asumo totalmente esa “libertad” y pido a los que me quieren que la respeten y que me ayuden a llevarla a cabo. En la vida principalmente, pero también en la muerte.
Por eso tal vez,  siento paz al pensar ahora en A. Tomó su decisión y fue respetado en ella. También siento tristeza por su ausencia. Pero esa es mía, y muy probablemente no suya.
En el film de Nora, un rabino más sabio que otro acepta que sea enterrada con su familia y no relegada a un camposanto frío en donde yacen ateos y asesinos por igual. como pretendía la religión oficialista. El rabí le dice al hijo que busca un lugar decente de entierro para su madre, cuando le pregunta sobre la opción de  la difunta, estas sabias palabras: “solamente dios sabe lo que pasa por la mente de una persona cuando muere ¡quienes somos nosotros para juzgarla!”.
Descanse en paz A.
Y, para mi mismo, recuerdo que nadie muere. Simplemente unos se esfuman antes que otros.

19 de octubre de 2012


miércoles, 17 de octubre de 2012

El verdadero mito

"Ruego a "Dios" que me guarde de Dios
Meister Eckhart

El humán no vive directamente en la naturaleza o en contacto desnudo con ella, como los animales, sino dentro de un universo mitológico, un corpus de suposiciones y de creencias desarrolladas a partir de sus intereses existenciales. La mayor parte de ellos tienen una forma inconsciente....
N. Frye


Una de las tareas esenciales de quien quiere alcanzar la libertad, es decir la independencia de los introyectos que funcionan en lugar del si mismo, es profundizar en las  creencias, en las verdades relativas establecidos en nuestra mente a lo largo de nuestra vida, de nuestra herencia, de nuestra cultura. Y tras una (con frecuencia)  feroz lucha, poder  desembarazarse de todo aquello cuyo sentido ha sido sostener el miedo a percibir la realidad tal cual es, la pereza o indolencia para llevar a cabo una vida única o la mera representación de papeles sin enraizamiento en nuestro verdadero ser.
Es una tarea casi siempre lenta, que precisa de una enorme voluntad y de un espíritu libre. Tenemos grandes predecesores en la empresa y la historia de la humanidad, así como el ejemplo en la naturaleza nos puede ser de enorme ayuda. Sin embargo, generación tras generación la impronta de ese universo mitológico al que hace referencia la cita de Frye recaba de nuevo nuestra atención, o simplemente nos dejamos caer en lo inconsciente y olvidamos de nuevo el verdadero sentido.
A lo largo de miles de años, y desde los primeros símbolos paleolíticos, pasando por la Gran Madre neolítica, fusión de los principios masculino y femenino, encarnado por el principio solar y por el lunar, las religiones han ido ocupando espacios en el profundo Misterio de la vida.
"Dios" ha sustituido al principio divino, y el miedo ha transformado la fe en la experiencia personal  en fe sin experiencia .
Se nos priva -o nos privamos- así de un principio (representado por la obscuridad, el caos, lo femenino) y lo aceptamos de buen grado para seguir a un principio salvador, heredero de la dinastía patriarcal. Pero ese "salvador" (representado en la iglesia actual cristiana por Jesús) no puede substituir a la experiencia personal:  y los viejos miedos toman  refugio en lo más interno y se esconden para salir de nuevo en cuanto la inseguridad reaparece,
Las formas de encontrar los mecanismos paterno-maternos, que pueden trabajarse sicológica y emocionalmente,  han de proseguir recogiendo los contenidos inconscientes instaurados en cada uno a lo largo de la historia de la humanidad.
Algunos han pretendido hacer esto mediante el aprendizaje de las raices familiares.
Otros tratan de verlo en la forma de los enlaces o constelaciones que forman las familias.
Todo lo anterior puede servir y ser de utilidad. Pero sin embargo, el darse cuenta de nuestra procedencia en el sentido más amplio, de las consecuencias de la evolución en el planeta Tierra y en el Universo desde que conocemos su comienzo, los descubrimientos de la arqueología humana, creo que nos llevan a las más profundas raíces de nuestro ser.

Para mi este es el sentido de una búsqueda profunda y trascendente.

jueves, 11 de octubre de 2012

Cansancio

A veces el cansancio es el resultado de una situación indefinida en la que el yo no tiene una meta hacia donde dirigir su fuerza, su entusiasmo. 

Aunque el deseo puede ser la mayor fuente de desdicha, es también lo que nos mantiene con la atención puesta, con la energía en movimiento, con el nivel de stress necesario para crear una tensión de dentro a fuera y de afuera adentro.

En la era infantil el niño canaliza su deseo a través del juego , del aprendizaje, del ensayo/error. Un nivel adecuado de frustración crea la tensión, el contacto entre el sujeto y el mundo.

La adolescencia, ese tránsito entre el infante y el adulto, es el momento en que los deseos e ideales son puestos a prueba. El puber entra poco a poco en el mundo frustrante y objetivo del adulto y en la mayoría de los casos logra integrarse en la realiación de objetivos internos y externos. Mucho de la posterior sensación de plenitud depende de esta capacidad para realizar metas y objetivos, junto con una socialización e integración adecuada.

Vivimos estos años en un periodo que parece de transición entre objetivos que han quedado atrás y otros que no terminan de aclararse. Por ello, encuentrome con bastantes personas que me dicen que están cansadas, agotadas, desenergetizadas.
Y es el que el nivel de frustración es muy alto. Pocas personas trabajan, cuando lo hacen, en algo que les satisfaga y quedan colgadas de la esperanza de encontrar algo que les llene, que les guste, acaso sin darse cuenta de que es preciso poner gusto en lo que se hace, por escaso que resulte.
Necesitamos volver a jugar, que la actividad que realicemos, cualquiera que sea ,se vea recompensada por un nivel suficiente de contentamiento.
¡Dificil tarea en un momento en que tantos ni tiene  trabajo remunerado ni ven posibilidad de tenerlo!
Y entonces el cansancio, la fatiga, la frustración se apoderan del organismo y nada parece que valga la pena.
Es preciso revisar objetivos de acuerdo con las posibilidades reales, pues de lo contrario el organismo inventa un mecanismo todavía más duro, la depresión o la somatización, para tratar de llamar nuestra atención sobre como estamos afrontando la realidad.
Momentos en los que la amistad, la solidaridad, la creatividad, el juego, son más necesarios que nunca.
Atendamos por tanto al cansancio y veamos cual es el mensaje real.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Terapia Gestalt y trascendencia


Psicoterapia: ¿Qué pretende curar?

La Gestalt es una terapia moderna, de integración emocional, fundamentada en la revisión del como y el ahora de la experiencia personal y que pretende, mediante el acompañamiento  profesional,  que el individuo encuentre una vida más plena, desarrollando sus capacidades creativas. El terapeuta gestaltico tiene o debería tener una sólida formación profesional, así como haber pasado por una experiencia profunda en ese mismo ámbito y  contar con unas herramientas personales y aprendidas, entre las cuales  una esencial es el poder desplegar una amplia empatía y tener confianza en la capacidad de cada persona para alcanzar y  disponer de sus propios recursos.
.........
La psicoterapia occidental ha  pretendido ser una ciencia continuadora de la medicina. Ha partido del principio de que existe un mal que se ha incorporado al organismo y de que extirpandolo o combatiéndolo será posible estar más “sano”. Esta dependencia de la medicina ha lastrado a la psicoterapia, en parte a consecuencia de su relación, entre otras,  con la psiquiatría o con el psicoanálisis.
Tanto en un nivel personal como social, la Gestalt del siglo XXI considera que hay algo que curar: el sufrimiento, la infelicidad que puede causar el contacto con la realidad. A veces, esto la conecta más con la filosofía que con la medicina. El hecho de vivir acarrea dolor y no hace falta ser budista para darse cuenta.
La Gestalt, como terapia enraizada en la psicología gestalt del siglo XX, acepta la realidad como un fenómeno cambiante, tanto para el observador como para lo observado. Una configuración que, como un caleidoscopio, está siempre variando y altera también al observador. Así mismo, nos enraiza con lo que es la percepción y como cada persona percibe y digiere desde los sentidos esa percepción, que llamamos objetiva cuando es comprobable (método “científico”) y subjetiva si no lo es( lo que no le quita su propio valor a la subjetividad).
 En terminología gestáltica, se habla de la dificultad-incapacidad para vivir el presente, el ahora, en función de los bloqueos que producen las situaciones inconclusas o las interferencias que el pasado-futuro hacen pesar sobre el presente: ello crea un lastre sobre la atención sana y por lo tanto sobre la experiencia real. De ahí, la colisión entre lo que es y lo que nos gustaría que fuera (o debería), lo que produce malestar o sufrimiento. Por ejemplo, puedo tener un resfriado y pelearme con él, buscar causas  de porqué lo contraje, incluso acusarme de no haberme cuidado suficientemente etc. Esto agrava la molestia y no permite estar en contacto con el mundo desde el hecho de estar resfriado. En una escala mayor, puedo pelearme contra que un ser querido haya muerto o esté en trance de hacerlo, y ello me va a impedir contemplar la realidad de la pérdida, vivir el dolor, la despedida etc, etc.
Sin embargo, a la hora de curar, de “terapeutizar”, existe una confusión entre aquello que se quiere sanar y las causas reales o verdaderas del sufrimiento.
No se puede explicar, teórica o intelectualmente, el origen verdadero del sufrimiento, sino que cada persona ha de llegar a sus propias conclusiones.Ciencia, religión, filosofía nos dan sus explicaciones.
 No obstante, el terapeuta experto puede recoger las causas profundas del sufrimiento, incluido su origen en la historia personal del individuo, empatizar con ellas y así facilitar que la persona se entregue a la experiencia genuina. En el acompañamiento verdadero (la relación sanadora) se produce un cambio.  En ocasiones, la misma relación cliente/terapeuta es lo sanador. Otras veces, es la facilitación de la integración emocional y de la comprensión de la resistencia a vivirlo. Al hacerlo así,  el terapeuta experto permite que la persona deje atrás lo superficial y se adentre en lo substantivo. Puede alcanzar una salida a su conflicto personal y la gestalt (la experiencia) concluirá para dar lugar a una vivencia nueva y diferente.
Para que se consiga ayudar y facilitar este proceso a otras personas, para poder empatizar adecuadamente con el origen del sufrimiento y sanar en profundidad, considero preciso, por parte del terapeuta, haber llegado a alguna conclusión sobre el sentido y dirección de su propia  vida. En caso contrario, la terapia puede quedar limitad a  unas sesiones destinadas a hacer menos infeliz el desconsuelo, sin llegar a las raíces recónditas de la infelicidad o inclusive a teorizar dogmáticamente, sin que la comprension y asimilación  de las causas cambie lo esencial.
Este tipo de terapia estructural gestáltica es ciertamente váliosa, en especial cuando tiene en cuenta los orígenes profundos de la neurosis y no se queda en las causas superficiales o síntomaticas del problema. Sobre el asunto de los orígenes del sufirmiento, se ha discutido mucho. Hay hipótesis que estiman podía ser una causa psicosexual, al estilo del psicoanálisis original freudiano. También que se trata de un déficit psicoafectivo, en concordancia con nuevas hipótesis psicoanalíticas, o de una dificultad adaptativa al medio…Vemos como se pone el énfasis en lo sexual, en lo social o en lo afectivo.
Pero, como he mencionado ya en otras ocasiones, el sufrimiento va más allá de todos estos orígenes y se enmarca, como subrayó Maslow, en el aspecto más profundo de su así denominada pirámide de necesidades: en la primacía del encuentro del ser humano con su origen. En mi opinión, quien más específicamente ha descrito este aspecto ha sido Graf Dürkheim, al hablar del hombre y de su “doble origen”: el físico y el espiritual. Entendiendo por espiritual el enraizamiento del ser en un marco más amplio, en una filiación que va más allá de la meramente parental o incluso social, para tomar una dimensión universal.
El alcance de la terapia Gestalt se ha vinculado a las corrientes psicológicas así autodenominadas transpersonales, que trascienden la mera individualidad y la mejor “adaptación” del individuo a la sociedad y buscan y exigen, por tanto, un encuentro con la ”experiencia espiritual”. Esta práctica es diversa y a este respecto, me gusta citar el ejemplo del mitólogo Joseph Campbell, para quien su práctica trascendente, su enraizamiento en el ser, surgió al participar en el éxtasis de la competición deportiva, sin perjuicio de que de su obra parece deducirse un constante estar en la experiencia y contacto con lo divino.
En general, podemos hablar de etapas en el desenvolvimiento de la terapia, en el sentido “occidental” del término y que dependen del tipo de relación que establezcan cliente y terapeuta. Someramente, diré que suelen pasar al menos por: un alivio sintomático del conflicto, desarrollo del conocimiento personal, manejo más fluido del carácter y acceso a un nuevo sentido vital. No son etapas lineales, ni todas han de pasarse continuadamente, ni tampoco en compañía del mismo terapeuta, aunque puede suceder.
La toma de contacto con un nuevo sentido acarrea, en general, una forma distinta de relacionarse con el mundo, tanto interna como externamente y conlleva un cambio, que puede incluir tanto a las relaciones parentales, de pareja y afectivas en general, como de trabajo y expresión general de la creatividad.
Abrirse a una experiencia terapéutica es a veces una necesidad imperiosa y casi siempre la continuación de la aventura de la vida. Un aventura que para muchos de los que la hemos pasado es o ha sido de importancia primordial.


Autor: MIGUEL ALBIÑANA
Ex Presidente de la Asociación Española de Terapia Gestalt


jueves, 6 de septiembre de 2012

Silencio

Silencio.


La ciudad es bulliciosa. Miles de personas corren como si les fuera en ello la vida. Parece  que si no tomaran este metro o aquél autobus una catástrofe fuera a suceder y en su cara se lee la ansiedad por no perderlo. Como is cada minuto fuera imprescindible.
Muchos otros, tal vez con menos prisa, corren con o tras los ansiosos y el espectáculo, cuando en ocasiones miro a mi alrededor, es de precipicio, o de gente precipitada. Yo mismo me veo envuelto en la prisa cuando mi voz interior no me dice "¿qué prisa hay?, no llegas tarde a ninguna parte. Es solamente que te dejas llevar por la prisa ajena".
Estos dias últimos de vacaciones me dediqué a uno de mis actividades favoritas: caminar por la playa, larga, inmensa, cerca del atardecer. El mar, ese ser inmenso y vivo, jugueteaba con sus olas en la arena, despidiendo espuma blanca, que acariciaba mis pies. La arena, morena y resplandeciente por el rodar del agua y los rayos del final de la tarde parecía estar también viva. Lijada por el mar, refulgía y espejeaba las nubes cada vez que la ola se reunia con el océano.
Tuve varios instantes de quietud. No había prisa, nada iba a suceder más que lo presente. La inmensa bola naranja retirándose  hacia el horizonte, desapareciendo en el azul bruñido del agua despide el dia y tras ponerse ilumina el cielo y las nubes, tiñendo de colores rojos, anaranjados, rosados, amarillos, ocres...
Me quedo quieto, extasiado, mirando. Las nubes parecen una maravillosa pintura en el lienzo del cielo. La brisa toca mi piel y el aire penetra suave y húmedo en mi cuerpo.
Aparece una sensación de inmensa gratitud, de bienestar, de detenimiento. Por unos instantes mi vida está colmada y la visión, aún en constante movimiento, me cautiva.
Poco a poco, la mente va ocupando espacio con pensamientos de retener el momento, de pensar acerca de este instante eterno.
Retomo mi camino por la orilla  mientras la tarde va finalizando y la noche se apodera del mar, del cielo, de la tierra.
Pocas situaciones interiores suceden sin al menos algo de silencio.


miércoles, 15 de agosto de 2012

Un alto y un cambio en el verano



Un alto y un cambio en el verano

El 15 de agosto marca tradicionalmente un cambio en el verano. Suelen caer algunas lluvias (en Madrid cada vez menos), la temperatura refresca y el estío inicia la decadencia. En ciertos lugares de esta península eso suele estar muy marcado. Con la variación,  algunos viajeros regresan a sus hogares y los pueblos y lugares recuperan poco a poco su ritmo y tiempo habitual. Y cuanto más al norte más señalado suele ser ese regreso a lo usual.
En Occidente, la Iglesia lo ha remarcado con la festividad así llamada de la Asunción, en honor del traslado al Cielo de la Madre, la del Cristo y –añado- la de todos los tiempos. Muchos lugares celebran sus fiestas en estas fechas, como en Madrid  las fiestas de la Paloma, viejo término para referirse al espíritu y ahora a una de las denominaciones de la Madre. Sin duda, la primitiva iglesia cristiana absorbió estas fiestas de religiones anteriores, a las que ellos llamaron paganas, para instalarse como la única e insustituible verdad. Un rito sustituyó a otro, aunque el verano fuera el mismo y el mismo también el cambio en el clima.
El verano sigue el ciclo de la vida. El calor tiene un tiempo culminante, la Naturaleza una expansión máxima, las cosechas llegan y poco a poco van perdiendo su intensidad, las hojas de los árboles, que llenaron con frondosidad los árboles, irán cayendo. En algunas semanas, el viento hará su aparición y el otoño se llevará un año más este caluroso verano. Así como el otoño se lleva a una generación preparando la llegada de la siguiente, que, con algunas variaciones, se parecerá bastante al anterior.
Sin embargo, incluso los veranos, en algún momento, cambiarán hasta desaparecer. Puede que sea por el cambio climático provocado por el hombre o, simplemente, porque los ciclos de la vida también se crean y terminan.
 Así como en algún momento del tiempo terminará la actual forma de la vida en nuestro planeta, madre de todos nosotros y las estaciones quedarán, tal vez, en  algún registro de este Universo como recuerdo de quien sabe quien…tal vez.
Entre tanto os deseo una feliz continuación del verano.


martes, 24 de julio de 2012

Ya llega el verano de las vacaciones. Unos dias cambiando de actividad.
Voy en busca de frescor y de imágenes diferentes. Así es agosto en general en esta zona del planeta y para quien puede hacerlo, en estos tiempos de crisis.
Yo también espero entender que lo que encuentre posiblemente tenga que ver íntimamente con aquello que, de una u otra maenra, busco y siempre he buscado.
Así os lo deso también a todos/as.
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Un colega terapeuta ha escrito un libro sobre lo que en inglés se llama el síndrome del burn out. Algo así como "estar quemado". Y es que, al igual que los bosques, uno se puede quemar de tantas cosas que pasan en la vida si no se tiene el cuidado de mantener una cierta distancia ante el fuego o las chispas de la existencia. Incluso personas cercanas nos pueden hacer sentir esta "quemazón", por falta de distancia o por empatía incompleta.
Pero el psicólogo escritor nos habla de muchas más cosas. Si estais interesado entrad en su web :
www.libroburnout.com

martes, 17 de julio de 2012

Amor al camello


Me recuerda una amiga un refrán árabe:
"Si alquien te dice que tienes cara de camello, enfádate.
Si dos te dicen que tienes cara de camello, discutelo.
Si tres te dien que tienes cara de camello, ¡mírate en el espejo!"
Y añado yo:
Porque puede que el espejo te ayude a reconocerte y a aceptar las cosas como son. De esa manera, a lo mejor te evitas disgustos, contrariedades, discusiones y empiezas a amar a los camellos. Y puede que llegues a amar al camello como a ti mismo...

jueves, 12 de julio de 2012

La vida con sentido: integración de los opuestos

La incorporación del diablo.

Un viejo dicho, que oí repetidamente en México, afirma que "el diablo no sabe para quien trabaja". Con ello quiere decirse que las cosas malas, las experiencias tristes, o duras o difíciles, las "tentaciones" a las que somos sometidos, seamos o no San Antonio el heremita, tienen finalmente un sentido, cuando se sabe apreciarlo. Que lo divino, prima sobre todo y que, finalmente, el diablo no es sino una creación de Dios, como quiera que queramos entender Lo.
En muchas tradiciones religiosas, el diablo, o demonio, es un ser o una energía que busca nuestro bien en último término. Es el daimon de los griegos, el genio que pervive en el interior de cada uno de nosotros.
Existen tradiciones que ven al diablo como una pervivencia de espíritus mitológicos prejudíos y desde luego precristianos. Parten de la afirmación que en cada uno de nosotros existen fuerzas opuestas, que han de ser enlazadas, armonizadas e integradas. En la frases que ya he citado de Pascal, el hombre no es ni angel ni animal y acaba siendo animal el que quiere ser ángel.
Algunos rituales de la humanidad, tanto entre los hombres como entre las mujeres, como entre ambos, buscan esa incorporación de las fuerzas opuestas. Muchas han pasado a ser acontecimientos de nuestros días ya desmitificados, como el Carnaval, la noche de San Juan o la fiestas de fin de año y las de la vendimia, dedicadas en las comunidades agrícolas a arraigar a la sociedad a las distintas estaciones del año.
Es curioso para mi ver como, nacido  y educado en una sociedad de raigambre cristiana, el mito cristiano ha relegado a todos los demás a la categoría de pagano en sentido bastante despectivo, para encumbrarse como el único verdadero. A un tiempo, esa tremenda dosis de verdad, en detrimento de todos los demás mitos, cuando es ponderado en función de nuestra historia y de nuestra protohistoria, hace temblar la estructura psíquica y emocional del hombre.
El mito de la Ciencia moderna, a la que se atribuye la capacidad para iluminar, ahora o en el futuro, cualquier rincón sometido a la obscuridad, parece sostener a algunos. Sin embargo, una gran cantidad de seres humanos sigue aferrándose a los viejos dogmas, aún cuando por poco que se escuche o que se mire, la mayor parte han pasado a la historia y están enfundados en intereses económicos o de castas.
Creo que solamente una experiencia personal, enraizada en la conciencia y habilmente dirigida u orientada por quien conoce el camino de la trascendencia, puede, en la actualidad, mejorar el nivel de angustia y de opresión que se percibe en tantos individuos.
En otras sociedades, la solidaridad grupal o la lucha conta un enemigo común (como es el caso de muchas sociedades islámicas), permite a sus miembros encontrar un sentido (en ocasiones bélicoso o anti todo lo que no sea lo propio) y y pasar de los más profano a lo más profundo.
 De manera constructiva, creo que cada uno podemos pensar en cual es lo diabólico de nuestra vida. Muchas veces se dice que es la pasión por el dinero, por el sexo, por el poder, por el cotilleo... son tantas las formas y caminos de salirse de la verdadera vía.
Pero creo que el asunto principal es como integrar esas "pasiones" dentro de uno mismo para que no dominen todo el tiempo, para que desde el vacío fértil aparezca lo verdadero, lo que nos hacee vivir con más verdad o más felices.
Y ocasionalmente dejar, como decía Ichazo, un tiempo para que el chancho domine, para que las furias aparezcan, para que el diablo entre.
Porque demasiado control acaba en descontrol.
Cada uno puede hacerse entonces la pregunta: ¿como integrar al propio diablo?

lunes, 9 de julio de 2012

Tarde de estío y nostalgia

La tarde todavía
dará incienso de oro a tu plegaria
y quizás el cenit de un nuevo día
amenguará tu sombra solitaria.

A.Machado


Tarde de verano. Paseo entre el penetrante olor de los aligustres floridos, que me recuerdan mi infancia. Aquella en que el tiempo era eterno y la vida sin límites.
Voy buscando la sombra, entre el riachuelo, cubierto de frescos árboles. Me llega el enigmático y ácido olor de los magnolios, de enormes flores blancas.
No hay ahora soledad, pero sí nostalgia.

lunes, 25 de junio de 2012

deus inversus


La rebelión.

Cuenta la historia que, creado el universo en siete dias, una creatura de dios quiso ser como él. Vamos que no se sabe muy bien si le quería quitar el puesto o directamente simbiotizarse y ser él y dejar de ser creatura para fundirse con la divinidad misma.
Pero a dios no le pareció bien y lo consideró un error o pecado grave, del que le juzgó responsable. Es decir que no se trataba, según parece, de un trastorno mental transitorio o permanente que podía ser sanado con una hábil terapia o ingreso psiquiátrico, sino directamente un desacato a la autoridad constituida en pleno ejercicio de sus facultades de libre albedrío y de acción consciente.
El creador consideró por tanto que, al no tratarse de un acting (actuación irresponsable) sino de una acción plenamente consciente, debía hacerle asumir sus actos y en consecuencia condenó a la criatura a que se pasase el resto de su existencia, que prometía ser eterna, de jefe de la sección de tormentos, especialmente creada para él.
Así que de ser el ángel más bello, así llamado luzbel, pasó a ser un ser bastante horrible, a juzgar para las recreaciones artísticas que tenemos del personaje. Y entonces le llamó demonio, o sea que le cambió el nombre y le asigno la tarea de ir a seducir a los hombres y a las mujeres para tener inquilinos en sus nuevos y recién credos dominios, a partir de ahora llamado los infiernos. No tardó en mostrar sus habilidades el tal demonio y se llevó del paraíso terrenal (un jardín fenomenal situado probablemente por donde ahora reina Ahmadineyad) a primer hombre y a primera mujer y luego a muchos de sus descendientes, prometiéndoles poder y gloria, cuando no sexo o placeres.
Y desde entonces y hasta nueva orden (no se sabe si dios cambia de opinión, pero parece ser que si, cuando se le pide con una actitud razonable) el jefe de los dominios infernales se separó para siempre jamás de dios y se dedicó a la insidiosa tarea de llenar su fonda con cuantas más personas pudo, a base de hacerles proposiciones deshonestas y toda una serie de transacciones, que las de Bankia y las inmobiliarias y compañía se quedan  cortas o tal vez no tan cortas.
Para que no estuviera solo el ahora llamado o mal llamado Belcebú, dios le asignó una corte o una cohorte de asistentes los cuales (perdonen las mujeres una vez más, pero no consta que se crearan las demonias, lo cual -visto lo visto- está siendo seriamente cuestionado por las feministas),  los cuales digo, debidamente instruidos, hacen las funciones delegadas por el jefe supremo infernal.
Seguramente algunos de vosotros habréis visto a esos seres poco escrupulosos en sus actos, en multitud de faenas revestidas de tintes políticos, económicos, pero también religiosos, sociales y hasta culturales.
Algunos de ellos tienen asignado ya un puesto de asistente en el infierno y otros son reclutados para alguna de las múltiples secciones del mismo. El escritor Dante Alighieri asegura haber visto a bastantes de sus conciudadanos en esos tortuosos y torturantes lugares, aunque creo que el sitio se habrá quedado pequeño visto lo visto en los siglos que han pasado desde que escribió su Divina Comedia, que ya son casi siete.
En fin, que dios, con eso de no dejarse quitar el sitio o de no permitir que Luzbel se fundiese con él, acabó haciendo un lío bastante gordo y compadecido de sus creaturas decidió enviarnos a su hijo para remediar las cosas.
Pero eso es otra historia que como sabéis acabó fatal para el hijo, aunque sus enseñanzas hay quien dice que son cumplidas por algunas almas.
Y aquí acaba este cuento que no pretende ser irreverente, aunque  sí hacer sonreír a quien se lo permita, al bajar el mito a la dimensión terrestre.
 Y colorín colorado... este cuento se ha acabado.

viernes, 22 de junio de 2012

La Risa

La risa

Ayer volví a ver una película traducida en España en su tiempo como "El guateque". Para los aficionadso al cine es del director Blake Edwards, y el protagonista es -o era- uno de mis actores favoritos:Peter Sellers.
Creo que la vi cuando era jóven y desde luego hace ya bastantes años(helas!). Cuando la vi me rei tanto, tan seguido y tan fuerte (imagino) que el amigo que me acompañaba se molestó conmigo, porque se sentía incómodo en el cine.
Conservé un buen recuerdo a pesar de todo de aquél momento (aquél amigo se perdió en la noche de los tiempos), sobre todo por la sensación de euforia y de agotamiento tras la sesión.
Hace un tiempo la vi, adjunta a el diario "El País" y la compré por el módico precio de 1€, con idea de volverla a ver, auque las películas, como todo, envejecen, y lo que hacía reir antaño ahora puede que provoque solamente un bostezo.
Mi acompañante no la aguantó y se retiró discretamente a otras actividades. Pero yo segúi. Y la risa empezó como en aquél tiempo, desternillante, alocadamente, porque un buen director sabe darnos u n descanso entre explosión y explosión y a pesar de que lamentaba verla solo, me lo pasé en grande.
Comprendí o pensé comprender cosas que Edwards nos dice con el guión, que por cierto es suyo. En esa escandalosamente pretenciosa y sobrebia mansión calforniana, se reunen unos personajes ambiciosos, falsos, vanidosos, pretenciosos y la figura de Sellers caracterizado como indio de la India, torpe, sencillo y a veces casi grotescamente absurdo, me hace reir por lo desmesurado de las escenas, pero también por ver como cada personaje queda desnudado de su falsa grandeza y lo único que se salva es la simplicidad, el encuentro entre dos personas que lo que quieren es pasar un buen rato, conocer como son los otros... y son ellos los bichos raros para toda esa fauna holliwoodesca. Una fauna que finalmente es arrastrada por un rio de agua y de jabón, como si el director quisiera lavar tanta vanidad, en tanto el protagonista se lleva a us princesa,  y realiza su sueño, sin esfuerzo.
Dicen que reir es saludable, sobre todo si no es a costa de los demás. Ayer me di un atracón de risa y quedé tan exhausto que luego me fui a contemplar la tranquilidad de las estrellas en la noche más corta del año.
¡Feliz solsticio!

miércoles, 13 de junio de 2012

La belleza

Nada quiero razonar acerca de la idea de belleza. Esa cualidad, que ponemos en lo externo o en lo interno, está íntimamente relacionada con la forma.
Y la forma proviene de nuestro valor cultural y de como hemos ido introyectando el valor.
Para mi la belleza es contemplación. No dudo que puedo hacerse en el vacío, en esa aparente nada que se produce cuando nuestra mente se desocupa de contenidos.
Y creo que también puede contemplarse sin apego. La imagen que os propongo es para eso. Para ver, dejar que se produzca el contacto, visual en este caso, y apartar cualquier otro pensamiento, o deseo o apropiación.
Y entonces puede que aparezca otra cosa...