NOVIEMBRE 2022
Reflexión en el tren
El cambio del clima en tan poco lapso de mi vida me desorienta. Me cuesta imaginarme que en el último periodo de mi existencia esté pasando todo esto y tan velozmente. Y es que mis recuerdos claros del último medio siglo me llevan, como en el mismo tren que me transporta a velocidades insospechadas, a este contraste en tan solo un breve tiempo.
No es ya tan solo el recuerdo de niño, sino también de joven, lo que me lleva a pensar en que lo que hoy sucede parece ser de film de ficción. En especial el vuelco de las comunicaciones que ha revolucionado la forma y el fondo de nuestras relaciones y de nuestros movimientos. Hay quien me dice que llamar por teléfono resulta invasivo y que hay que hacerlo por mensaje. Y me rio al ver que tantas personas están cerca y siguen pendientes de sus mensajes, incapaces hoy de sostener una normal conversación.
Mientras ,en tan solo 30 años, nos preguntamos si la vida en nuestro planeta resultará posible debido al brutal cambio climático, al incremento de la población y a la no menos violenta explotación de los recursos naturales. ¿está realmente pasando esto? Si. Es fácil de comprobar… ¿Puede que haya otros factores que influyen?, puede… pero es así.
Mientras se habla de ello, nuestros representantes y encargados de mirar por ello, parece que vieran a otro lado ¿Cómo es posible? ¿no tienen hijos?
Y mi fantasía es que andamos en un tren a gran velocidad que va inevitablemente a dejarnos en un precipicio, mientras seguimos hablando en el vagón restaurante, tomando un vino o discutiendo de misiles rusos…
Pero la cuestión está en ¿realmente podemos hacer algo individualmente? ¿Podemos fiarnos en que el conductor frenará, o que se construirá una desviación que nos aleje de la catástrofe?
Cuando en estos días observo los procesos personales de quienes están cerca de mí, me doy cuenta de que casi siempre seguimos en el vagón cafetería, discutiendo o desviando la atención del hecho principal que es el precipicio al que vamos.
Es algo natural, inherente a nuestra naturaleza automática.
MI padre repetía la frasecita irónica, cuando el otro le interrumpía para hablar de sus propios asuntos: “hablemos de Vd. que es lo importante”. Cuando se trata de uno mismo el resto tiene tendencia a desaparecer.
El aire sigue dulce y tibio, y me dejo llevar, pues ahora mismo es lo que puedo hacer. Y soy bien consciente de que el tren sigue su carrera desenfrenada…
3 comentarios:
Hola Miguel, soy Rafael, de Mérida.
Con aquella única conversación que mantuvimos en Madrid, tuve suficiente para llegar a nuestros días.
Cuando se marchó Jesús Quintero, recordé nuestra conversación.
Y si hablo de mí, cada día entiendo mejor y tengo más presente, la integración de los opuestos, de Sheldon Kopp, que tan magistralmente nos mostraste en uno de tus post. Porque a ratos soy salvaje a ratos domesticado, a ratos soy solitario a ratos comunitario, a ratos soy nutritivo a ratos destructor.
(es mi cita de cabecera).
Y así me va, así nos va; y yo también soy consciente de que el tren sigue su carrera desenfrenada.
¡gracias por tus reflexiones y sabiduría!
Gracias Rafael. Me alegra saber de ti. UN abrazo
Ay Miguel! Que difícil sostener la mirada a ese precipicio! Y al mismo tiempo se me hace necesario. Gracias por tu escrito, me conecta con mi necesidad de pausarme, con tomar contacto con lo que puedo/quiero hacer individualmente y con mi anhelo de cambio social. Respiro... tomo conciencia de mis deseos, mi realidad, mis límites y limitaciones y me doy permiso también para dejarme estar en ese vagón restaurante. Acojo lo que ahora mismo puedo hacer. Un abrazo, Leticia
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