2 Polaridades en una Gestalt
La realidad, alrededor y en conjunto con quien la observa,
es una configuración en constante movimiento y cambio. Cambia quien la mira y muda
lo que mira y se transforman mutuamente. Eso es una gestalt. Es fundamental
entender, desde lo más profundo, que todo cuanto percibimos, incluido el que
percibe, están en transformación. No existe el observador neutro, ni la
realidad observada, inmutable. De ahí que el concepto de “contacto” tenga esa
dimensión importante en la teoría gestáltica, ya que el contacto, desde que se
produce, está también en permanente transformación hasta que muta en la
separación.
Nuestra percepción de la realidad interna y externa es,
por lo tanto, raramente neutra. Por lo general, viene condicionada por
percepciones, juicios y valores de distinto tipo. Estos mismos juicios
nos hacen situarnos a un extremo u otro de cualquier polaridad. Podemos decir
que el mundo es bueno o malo, entendiéndose que defendemos una u otra
polaridad de acuerdo con el momento y lugar en el que vivimos y desde el que
contactamos. Lo mismo, podría decirse de casi todas las afirmaciones
acerca de la realidad.
También es interesante notar que, cuanto más polar es el
juicio desde una percepción, más combativa se hace la persona en relación al
extremo opuesto. Si afirmamos que hay que ser honestos, más combativos
con lo falso nos haremos, aún a costa de nuestra propia falsedad. Si afirmamos
el valor de vivir sin ataduras, más alejados nos hayamos de establecer un
compromiso afectivo.
Por otro lado, la visión muy intensa de una manera de
percibir algo, nos aleja, e incluso impide, explorar otras
experiencias. Si hago un juicio respecto a como debe ser la sexualidad, estoy
cerrando la puerta a la experiencia situada en el otro polo. Ello, en
contrapartida, nos da seguridad frente a la amenaza potencial de investigar
nuevas y desconocidas fronteras que puedan amenazar nuestro (falso) equilibrio
perceptivo y de contacto y por ende nuestra propia imagen.
3 Polaridades en Terapia Gestalt
La percepción desde nuestros sentidos, o el razonamiento,
puede que nos proporcione una idea limitada y aún deformada (cuando no errónea)
de la realidad. Nuestros deseos y pensamientos, nuestro pasado también, nos puede
conducir a apreciar tan sólo una parte de lo que hay y a que dejemos en el
fondo de la percepción (el “inconsciente”) aquello que no conocemos, o que nos
puede parecer difícil o amenazador o prohibido. Por ejemplo, si estamos
habituados a estar acompañados, la soledad puede ser vista como algo
incompatible con la satisfacción, o incluso a evitar: desagradable o
lamentable. Siendo que la compañía es algo bueno, la soledad también puede
serlo, si sabemos salir de la polaridad de “acompañado es bueno y solo es malo”.
Nos permite sacar provecho de otro
aspecto de la existencia, en este caso vivir el conocimiento desde la
experiencia de soledad. Pero si, a priori,
lo tachamos de “malo”, si lo convertimos en una polaridad negativa de la
compañía, jamás podremos desarrollar las posibilidades que ofrece estar solo.
La vida, y la capacidad para vivirla según la posibilidades
de cada uno, es un valor indudable. Saber que es limitada en el tiempo
y que, a cada quien, le llega el hecho de morir, forma parte de
estar vivo. Sin embargo, si tomamos la muerte como una polaridad de la
vida (“antivida”), como algo
que intrínsecamente es malo, no podemos vivir la vida con plenitud. Estaremos
siempre huyendo de algo y limitando nuestra existencia y la de lo que nos
rodea.
Una gran parte de lo que nos puede motivar a descartar la
vivencia de la experiencia de una
polaridad contraria es debida a la idea
que tenemos de esa experiencia: así, decimos: morir es malo y vivir es bueno. Mucho
de ello es consecuencia de valores sociales, culturales o familiares inculcados
por obediencia o por rechazo: o por miedo. En la filosofía gestalt, morir tiene que ver con dejar ir, aceptar una realidad
inevitable, hacer contacto con esta polaridad. Es evidente que no podemos vivir
en permanente contacto, al igual que no podemos vivir para siempre. Trabajar y
aceptar la separación, el final, como polaridad inevitable del comienzo es
entender la dinámica de las polaridades y pasar a ver la vida y la muerte desde
otro lado.
En el trabajo de polaridades de la TG buscamos la exploración de las vivencias de los extremos negados,
condenados o abandonados. Acompañamos a la persona a que se introduzca en sus
miedos, en sus valores censurados o refutados, para saber de ellos y poder
vivenciarlos. En ocasiones, negamos o afirmamos el valor de algo porque
así siempre lo hemos hecho. No nos hemos dado la posibilidad de discernir ni de
experimentar. Hemos aceptado que estar solo es malo, o que estar acompañado es
ser dependiente. Puede que sea por la educación. O por un trauma. O simplemente
porque lo hemos dado por supuesto.
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