Tiempo
Es un vocablo que pretende transmitirnos la idea de que el
observador se sitúa en un momento inmutable (un segundo) y observa la evolución de las cosas. Hasta cierto punto, limita la observacion , pues, a medida
que las cosas pasan, el observador también lo hace.
El hecho de que varios observadores se pongan de acuerdo acerca
del paso o cambio de la cosa permite dar a su observación el carácter de
objetivo, pues se desprende que el cambio no depende de la relatividad de un
observador sino que existe por sí mismo.
El paso de las cosas, es decir su permanente mutabilidad, es uno
de los hechos que más ha llamado la atención al humano.
Alrededor del paso o cambio en el estado del universo y de sus
partes, la transitoriedad de lo observado y del mismo observador, han llevado a
tratar de “trascender”, es decir de ir más allá, en lo efímero de las cosas de
la existencia.
Se ha tratado de buscar algo o alguien que “no cambie”, es decir
cuya esencia sea siempre la misma y hacia la que el mutable observador se pueda
dirigir en busca de seguridad y permanencia.
A veces, se ha buscado en la idea de un ser inmutable, llamándolo
dios, y dotándole de características permanentes.
En otras ocasiones, se ha pretendido dar a las ideas, es decir a
las creaciones mentales, esa misma esencia: así la bondad, la justicia o la
belleza o la verdad.
Se ha buscado dotar al ser supremo de esas misma características.
A imitación suya, se ha especulado sobre la posibilidad de que el
humano sea considerado como una excepción a los otros seres creados y posea
esencias permanentes. Se las ha denominado “alma” o espíritu que, por su
naturaleza inmaterial, tendrían ese carácter de permanencia e inmutabilidad.
Se ha especulado también que todo lo universal tendría un
espíritu, que es general y común a todo, y al que, al terminar el ciclo de
existencia, se uniría la esencia.
Todas las reflexiones parecen formar parte de la sensación humana
de que el paso por la existencia ha de tener algún tipo de prolongación. Que la
muerte no es el final de la forma y que el espíritu va a algún lugar o tiempo, o bien a algún no lugar sin tiempo, si es que no se reencarna en una nueva forma, inconsciente de sus formas
anteriores.

El pensamiento o la idea de que nada permanece es tan comprobable
que pareciera, por paradójico que resulte, que la mayor parte seguimos
asombrándonos o lamentándonos de que así
sea.
La vida, en su constante reordenamiento transformador, nos lleva a
ocuparnos de un aparente presente.
No tomamos en cuenta de que, visto mas de cerca, ese presente
tampoco existe, puesto que está hecho de micro instantes, indefinidos e
indefinibles.
Además está profundamente influido
por los hechos pasados y por los acontecimientos futuros que tiran del presente
deformándolo según quien cuando y desde donde lo observe.
Por otra parte, la observación de que las cosas pasan al igual que
nosotros nos permite momentos que, si alcanzamos a traspasar la angustia que pueda producir, nos
pueden dar una gran lucidez en el entendimiento y aceptación de la existencia
Por ello, figuras ilustres
nos han legado lo saludable que es detenerse para observar:
tan callando”
Tan callando que cuando se tiene la buena suerte de llegar a viejo con una salud razonablemente buena y se
observa el camino de la vida, podemos, a veces, darnos cuenta de que nada se
disuelve porque en realidad nunca existió.
Recordamos entonces que no es el tiempo el que huye de nosotros sino nosotros
los que cambiamos.
1 comentario:
Poema de esta mañana:
"detenerse un momento
y alzar la mirada
y contemplar..."
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