lunes, 14 de noviembre de 2011

Votar, una facultad y un derecho


Las elecciones en democracia

Próximamente este país asistirá a una nueva jornada electoral, esta vez para elegir a diputados (y senadores) que a su vez eligen al presidente del gobierno.

Entre los muchos partidos que presentan candidatos, están algunos nuevos y los de siempre, en especial los que pretenden seguir siendo los dos únicos y principales.

El que lleva las siglas de PSOE lleva gobernando casi ocho años. Acogido por muchos con esperanza entre otras cosas por la cara de buena persona de su líder, el primer período de cuatro años trajo consigo algunas indudables mejoras democráticas, como la aprobación de las bodas entre personas del mismo sexo, la retirada de las tropas españolas de Iraq, luego la ley de interrupción del embarazo, que avanzó en la línea de dar mayor libertad a la mujer y otras como el final de la vilencia terrorista.

Sin embargo, el segundo periodo, marcado por la crisis económica mundial y en este país por la incontenible crisis del boom constructor de casas, ha sido decepcionante. El gobierno no ha sabido, podido o querido poner coto a los privilegios de la Iglesia católica, que acapara buena parte de la educación privada y concertada, ni de la Banca, que distribuye a sus altos cargos enormes cantidades de dinero, mientras envilece las condiciones de los préstamos a los menos favorecidos, ni ha podido crear unas condiciones de empleo digno especialmente para el enorme porcentaje de jóvenes sin trabajo.

En estas condiciones, sus siglas de Partido (que tiene partidarios, cada vez menos), Socialista (que pretende una política social avanzada) Obrero (que quiere favorecer en particular a la clase trabajadora) Español (que está por encima de los intereses nacionalistas) no han respondido a su verdadero sentido.

Además, el PSOE se ha visto desbordado por su izquierda por otros grupos que tratan de aprovecharse de su inconsecuencia en algunos terrenos.

Es por tanto probable que muchos votantes socialistas abandonen, al menos en esta ocasión, a su partido.

En lo que hace al así llamado partido “Popular”, pretende amalgamar desde las voces más conservadoras (la llamada ultraderecha, agrupada en torno a un nutrido grupo de medios de comunicación visuales y escritos) a los de centro derecha (es decir a muchas personas de entorno liberal capitalista), así como a otros decepcionados por las circunstancias de crisis y de falta de trabajo. Las clases populares han votado y siguen votado a este partido, aún conscientes de que en general los ricos pretenden seguir siéndolo, aún a costa de que los pobres lo sean más. El socialismo no ha hecho sino continuar esta tendencia, por lo que no se ve a ciencia cierta mucha diferencia.

A la izquierda del socialismo, está siempre el partido comunista, engarzado en una coalición a la que siempre pretende dominar (la Izquierda unida), que lanza cantos de sirena a los jóvenes “indignados”, hartos de que el sistema arruine todos los ideales de una sociedad diferente. Parece difícil que un partido dogmático como el comunista pueda canalizar estos ideales, como ha sido infelizmente visto en la URSS y otros países en donde han llegado al poder y tanta dificultad ha habido después para que lo suelten.

Sin pretender apurar el espectro, los nacionalistas, principalmente vascos y catalanes, arriman el ascua de la recesión a su sardina independentista para, desde opciones de izquierda o derecha, tratar de lograr la desmembración del Estado actual.

En estas circunstancias, votar el próximo domingo pone a muchos en una opción difícil, por lo que parece que el índice de abstención podría aumentar.

Se me ha pedido que escriba algo al respecto.

He querido poner estas ideas para centrar la cuestión. Creo que cada uno tiene una pequeña responsabilidad. Pequeña porque el sistema democrático no es únicamente (por importante que resulte) una cuestión de votos en urnas, cuando los medios de comunicación se están convirtiendo en medios de desinformación y de manipulación. Los diarios nacionales ( y los locales) son ya, casi todos, una rama de los principales partidos, (para mi con la todavía excepción de “El País” y aún…) Se han convertido en medios de opinión y de desprestigio del contrario, a veces en un auténtico despropósito, agigantando noticias a fin de perjudicar a quienes pretenden hundir sin importarles el daño que puedan causar.

Qué decir de las televisiones… Prácticamente las únicas que mantienen una cierta ecuanimidad son las dos estatales, atenazadas por la oposición por no ceder a sus intereses.

¿Cómo crearse una opinión valida?

Yo sigo analizando el dicho “por sus hechos los conoceréis”, que no por sus promesas o por sus idearios. Hay cosas que se han hecho bien, que han servido para avanzar en la sociedad más igualitaria. Comparar unos y otros puede ayuidarnos. En la historia puede haber posibilidad de hecer criterio, siempre y cuando no se analice como si todos los periodos fueran iguales.

En lo que atañe al ideario conservador, he de reconocer que soy poco cercano. A veces me dicen –para justificarlo- eso de “siempre se ha hecho así”. Y yo contesto: “ bueno durante miles de años nos comimos los unos a los otros, o durante siglos torturamos a los que no pensaban como nosotros y eso no es razón para seguir haciéndolo”…. Las cosas cambian y hay que adaptarse.

Por tanto, me siento más cercano de la actitud innovadora, cercana a los tiempos que corren, a la civilización que busca una mayor igualdad, trabajo para todos o casi todos los que quieran trabajar, igualdad entre los derechos de hombres y mujeres, derecho a decidir de la propia vida etc ¿Quién se acerca más a ese ideario? Pues ahora a cada uno le toca ver lo que se ha hecho en el pasado por unos y por otros y no tragarse las buenas intenciones con las que se trata de comprar ese bien pequeño que es nuestro voto, nuestra libertad para elegir dentro de lo que hay y no dentro de los que nos gustaría que hubiera.

A todos los que tomáis la decisión de participar con vuestro voto os deseo suerte en la elección.

2 comentarios:

Sandovictor Hugo dijo...

Un clima desolador, a primera vista. Sin embargo así funcionan en general los países con elecciones generales cada cinco, cuatro o seis años.

Cuando cumplí 24 años mi país tuvo finalmente sus primeras elecciones libres en medio de un clima de estado de derecho. Pero tras diez años el país no parece haber cambiado y la democracia se ha convertido en un juguete roto.

En Perú no hay bipartidismo (lo hubo solamente a comienzos del siglo XX); pero la segunda fuerza en el país ahora es la ultraderecha de Fujimori, que después de diez años ha intentado lavarse la cara y parece que lo ha conseguido. Lástima porque no reniegan de los crímenes que han cometido sus principales líderes.

En cinco años no me sorprendería que regresen y todas las pequeñas reformas se vayan abajo porque la mitad de país exige mano dura. O simplemente extraña a su caudillo nipón.

En cuanto España, antes pensaba que si había dos partidos mayoritarios el país se haría más estable. Ahora lo dudo y mucho.
Por el contrario, en Perú hay miles de partidos que atomizan su poder en favor de partidos como el APRA (que sería el PSOE peruano) o la ultraderecha de Fujimori. Este clima solo ha conseguido que el país se llene de indignados.

Ahora con 34 años me tocó ver en España que había gente indignada de este sistema. Si, ese way of life que supuestamente debemos seguir al pie de la letra en América Latina.

Anónimo dijo...

gracias Hugo. Algo hay que hacer, desde luego...