El héroe cotidiano
El significado
Son
varias las acepciones: hoy en día se habla del héroe como el protagonista, el
primer actor o actriz (heroína). En literatura, en el cine, en el teatro…
La voz héroe conecta con la hazaña. Con el hecho extraordinario. También
con lo que sobrepasa a lo individual y trasciende lo personal.
Héroe nos lleva también al mundo mítico, en donde puede ser
alguien más allá de lo humano, como Hércules o Danae en la cultura
grecorromana, o David en la hebrea, o Arjuna en la hindú, Quetzalcoatl para los
mexicas, Hou Ji (el señor del mijo) para los chinos o Gilgamesh en la sumeria,
el más antiguo de los mitos heroicos conocidos.
Así que podemos hablar de héroes divinos (Zeus que se salva
matando a Cronos, su padre el Tiempo), semidivinos, como los ya citados, y
humanos.
El mito

Existen mitos diversos: los hay que pretender dar solución a lo
inexplicable (ej. vida versus muerte), aquellos que buscan sobrepasar y
trascender etapas de la vida y también superarlas, o tambi én glorificar valores como la valentía, la compasión, el
amor, la fe y otros que sugieren siempre la trascendencia del egoísmo personal.
En ocasiones, el mito se apoya en historias o cuentos que existen
en la tradición oral y en la fantasía tribal. Otras veces, un hecho real
importante es mitificado para ejemplo de todos y convertido en ejemplar y de fe.
El héroe interior personal y el grupal
Es preciso mencionar también los héroes y heroínas humanos
normales. De los que poco o nada sabremos de su vida individual. Del héroe y
heroína desapercibidos para la mayoría. Sin embargo, son aquellos que siguen el
ejemplo y trascienden el interés personal.

El carácter ejemplarizante es muy importante, pues el héroe se
transforma, de esta manera, en guía para quienes asumen un camino similar. Hay,
por lo tanto, héroes para los cristianos o para los militares o para los
patriotas y para todo aquello que queramos imaginar.
A los niños se nos enseñó a seguir el ejemplo de nuestras grandes
figuras, a los que se levantan estatuas, poemas o cuentos ejemplarizantes.
Los héroes se convierten así en algo que queda inmortalizado y que
adquiere una dimensión más allá de lo meramente humano.
La literatura heroica es abundante así como quien la ha estudiado.
En el siglo XX, destaca la persona de Joseph Campbell, quien estudia la
mitología y los símbolos divinos y semidivinos en su obra cumbre “Las máscaras
de Dios”. Para Campbell los mitos derivan de una fuente primaria y se tiñen de
diversas caras según los tiempos y la cultura. Sigue así la deriva de Carl Jung
y su tesis de los arquetipos universales.
En mi vida de lector, considero la obra de Campbell como uno de
los hitos más importantes del tema. Las horas que pasé leyéndola están entre
las más gozosas que he tenido como lector. En cada uno de sus cuatro volúmenes,
podemos seguir como se sumerge en las
tinieblas del neolítico, para perderse en los tenebrosos orígenes de nuestra historia
y esencia humana, hasta llegar a los tiempos actuales.
Aprender del héroe
Si nos circunscribimos a seguir el camino de otros, héroes o no,
creo que nos perdemos el asir el significado de nuestra propia vida. Cada
persona tiene un camino a perseguir. Y, sin embargo, para lo que nos sirven los
ejemplos mitificados de las figuras heroicas es para comprender los retos que
se nos han presentado, se muestran y se manifestarán en nuestra vida. Incluido
el último de todos, que es siempre el tránsito de la vida a la muerte.
Cuando echo la vista atrás y veo el (ya largo) camino recorrido,
pienso en mis propias etapas heroicas transcurridas. Las dificultadas superadas
y tantas otras dejadas de lado o con aparente derrota. Las hidras de 7 cabezas personales
que hubo que cortar, la pelea con mi propio dragón y las más de una vez que
pude rescatar a la princesa, y tantas otras no. Pues la princesa se presenta
casi siempre en diversas formas, a medida que vamos avanzando en la vida y
superando unas dificultades para tropezar con las siguientes.
Porque el héroe triunfa a veces. Y otras fracasa en el sentido
literal, pero puede que no en lo trascendente.

Pero Prometeo hace esto en beneficio de toda la humanidad y puede
decirse que, en nuestra cultura, es
nuestro primer héroe, en este caso semidivino como hijo de humana y de dios.
Hay pues algo común a los héroes y, en el viaje por la vida, vale
la pena detenerse para saber si hemos sentido el llamado, si hemos pasado por
etapas, si hemos superado los obstáculos, si hemos osado buscar el premio que
conlleva el atrevimiento. Y ese premio no es siempre algo obvio. La lectura de
los grandes mitos nos ayuda a entender las etapas, las dificultades los retos
por los que de una manera u otra todos hemos pasado o pasaremos.
Existe naturalmente la gloria, algo que los griegos y romanos tomaban mucho en cuenta. También el premio en el más allá, como la santificación cristiana o las veces en que los dioses premian a los héroes con la inmortalidad.
Existe también el premio personal. El que uno mismo se otorga,
pues sabe que ha cumplido con su objetivo, con su cometido, desde un introyecto
exterior (el deber cumplido) o interior, en la satisfacción propia.
(continuará)