miércoles, 5 de abril de 2017

El gato



   El gato reposa en el quicio de la ventana. Se ha enroscado sobre sí mismo y una de sus patas le sirve de almohada. La cola parece formar parte de su tronco, tan pegada y descansada. Su pelaje es de color humo gris y parece destinado a camuflarse entre el carbon de una mina. Los ojos parecen cerrados. Sin embargo, al acercarse, percibimos una pequeña rendija abierta  que induce a ver el verdoso destello de sus ojos cristalinos.

  Es un ser relajado y atento a todo lo que le rodea. 

  Ocasionalmente abre un instante los ojos, como para asegurarse de que todo está en orden. Es una asombrosa mezcla de descanso y de perfecta atención.

  La chimenea emite pequeños chasquidos cuando algún pedazo de leño entra en contacto con el fuego o las rojas y ardientes brasas. Eso no parece perturbarle, pues está dentro del orden que controla.

   Siempre he aprendido de los gatos. Es el único animal que un tiempo vivió y convivió conmigo en mi casa. Le recuerdo con frecuencia y me anima a poner atención a mi musculatura y a soltar las tensiones innecesarias. A respirar pausadamente cuando me agito. A dejar correr los pensamientos innecesarios y abrir mis sentidos al presente.

   El gato, era uno de los animales deificados del Egipto faraónico. Mut es una de sus deidades, diosa primordial y esposa de Amón. Parece que estoy viendo sus imágenes en museos y antiguas tumbas.
Egipto milenario, pais de recuerdos, de fantasías y de mi juventud.Tierra sagrada, hoy sacudida por tantos y tan difíciles problemas. Te quiero y te recuerdo.

3 comentarios:

Norman dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Plenamente de acuerdo con el post Miguel...
Mi gato, que murió atropellado, me hizo reflexionar tras su muerte, sobre la mía propia.
A tal extremo nos llevan sus enseñanzas.
¡Salud!

Anónimo dijo...

Hola Miguel,

Muy interesante tu blog. Si estuviste en El Cairo en 1975, escribeme a Ramonexxx@Gmail.com.

Un saludo