El escarabajo se posa en el hombro. Parece asustado. Lo tomo en mis manos y se refugia en mi palma con
las alas medio abiertas.
En su lenguaje, me dice que teme algo, y que todavía no sabe a qué le teme. Le hago un pequeño abrigo entre mis dedos mientras se recupera. Parece una joya verde y áurea.
Al rato levanta el vuelo. Le espero un momento y, cuando veo que no regresa, reemprendo mi camino. Poco después vuelve y me susurra que ya conoce el motivo de su temor.
Le comprendo.
Nos detenemos y con un papel de plata lo recojo de mi mano y le encuentro un lugar donde reposar.
Se queda quieto. Inmóvil. Ahora parece cuadrado y sin vida.
Ha muerto.
Vuelvo mi mirada y cuando la regreso él ya no está.
En su lugar hay un insecto fantástico, de reflejos rosados. Es largo y esbelto y parece tener muchas alas, o son patitas.
Es impresionante bello.
Está hecho, sin duda, con esencia de escarabajo verde.
Y recuerdo que ayer, en el film que vi, realmente no había muerte. Solamente transformación.
Y mi mente me sigue asombrando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario