Ya ha llegado, y las calles del parque son un lecho de hojas amarillas.
Viento de otoño, precursor del frío. Los árboles nos enseñan, soltando lo innecesario y quedando con lo imprescindible.
El calor del verano es un recuerdo y preciso hacer un esfuerzo para permanecer en el presente frío y lluvioso. Nada permanece, mientras las cosas evolucionan y mi ser con ellas.
Tiempo de silencio y de recogimiento, en este día en el que las campanas rompieron con su tañer la ventisca que barría la terraza.
El aire que sopla recuerda el hilo de la vida , empujado constantemente mientras me hago la ilusión de permanecer.
Tiempo de otoño, para meditar y detener el desasosiego...
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