Sabes que no soy dado a vanas esperanzas ni tampoco a fútiles esoterismos que pretendan hacernos más fácil el recorrido final. En la historia de mi vida, compartida en estos años, he querido ir podando cualquier rama vana y desenraizando introyectos del más allá. Pretendo llevar mi vida lo más honradamente posible, sin llegar a hacer de ello una meta, sino un medio para que la vida que corre por mi fructifique lo que deba y me otorgue sus frutos, dulces o amargos.
Disculpa este preámbulo, imprescindible para decirte que he querido compartir con los más allegados tu partida, tu muerte. Y sabiendo que quedaste deudo de algunos textos de la época de Memo, el día que hicimos la meditación en tu honor fui, de manos vacías, a buscar un libro de Kopp que siempre te gustó. Siguiendo las indicaciones de mi impulso lo abrí por donde fuera y ocurrió uno de esos sincronismos que hacen para mi la vida picante. Este era el texto, aparecido cuando quise ponerme a hablar de ti:
Un regreso callado. Buena fortuna
I ching
Mi querido...Tuve que reponerme de mi sorpresa ante nuestros convidados. No hacía mucho que me habías compartido que, "donde quiera que fueras, estarías con nosotros". Te embargaba esa fe caliente, esa sensación mágica que te guiaba siempre que te veía allá en la Sierra. No quise glosar el I Ching en ese momento, pues me parecía una vana pretensión. Hoy, en la libertad que me da escribir en este lugar, me dejo mayor posibilidad.
El agua: el viejo Thales aseguraba que era la "materia primigenia " del Universo. ¡Qué importa ahora si tenía más razón Demócrito, al que creo más que al aristocrático Platón. O si son las partículas elementales! Lo maravilloso es que el agua de la vida fluye sin detenerse y tu, mi amigo, eres agua, buen manantial que te dio a luz y buenos campos que fertilizaste. Donde quieras que esté tu agua, tus átomos, tu esencia, tu recuerdo... "fluye ininterrumpidamente".
Y llega a su meta... pues "nuestras vidas son los ríos que van a parar al mar, que es el morir". Así que has llegado a tu meta, al mar. Gota del océano, si lo prefieres en sánscrito, que te unes al Todo, abandonadas ya las metas terrestres, alcanzas el final. Y en brazos de tu amor de este mundo, tu esposa, con quien tanto recorrido y tan fructuoso has hecho y con el cariño de vuestra querida hija.
Meta, la muerte, aterradora cuando no aceptada; mas llena de fortuna cuando calladamente se da sin protestas, sin altivez, sin desánimo, sin rabia:con gratitud hacia la vida.
Y es ahí donde más te he admirado. En tu sencillez. En la aceptación de la miseria humana y del mundo, sin tratar de ser otra cosa que la que eras. Por eso pienso que llegabas a la meta final tal vez prematuramente para quienes te queremos y deseamos estar contigo, pero a la hora si dejamos de pensar que el mundo debiera ser otra cosa que lo que es.
Un regreso callado, sin desaires, sin peleas, a pesar de los pesares, a pesar de tu amor a la vida, a pesar de tu deseo de permanecer.
Dulce entrega trae buena fortuna. Esa es la tirada final del libro de los signos, en mi visión. ¿cual sea esa buena fortuna? La de morir plácidamente, la de entregarse sin sufrimiento aun cuando pueda haber dolor... La de irse como nos enseñaba el maestro Epicuro:igual que vinimos, inocentemente.
Cualquier otra buena fortuna que hayas podido experimentar en el proceso de tu partida no la podré conocer. Te la deseé en su momento y consciente que buenos deseos son eso...y nada más que eso que yo pueda saber.
Amigo querido:
Es verdad: estás con nosotros. Con los que te quisimos. Con los que te queremos. En esta vida y mientras dure tu recuerdo.
Finalmente, queria compartirte que tu querido Kopp, quien por cierto tuvo durisimas y bellísimas experiencias con su tumor cerebral sin dejarse achantar por la enfermedad, nos contó después que él y su familia iban cada año en peregrinación al mar. Esa peregrinación le llenaba de savia nueva y le cargaba los depósitos de vida. Sentí al leerlo ante nuestros amigos un estremecimiento. Real fue nuestro mar, allí donde nos encontrábamos los peregrinos. Ahora está plagado de falsos peregrinos, lo sé. Pero nunca hasta el pasado año nos estorbaron en nuestro encuentro, en el reencuentro con el mar.
Para ti y tu familia había algo de sagrado en el lugar, era la peregrinación ritual y la montaña se convertía en una figura viva y cargada de espiritualidad, de esencias primigenias ; tu renacías en tu figura ritual, asombrado del baile y del lenguaje de los cuervos en la cima, del silbido del viento, de la tierra que derrama sus esencias, del viejo cauce que verdea las secas lindes del desierto, del sol que nos requema y nos recuerda nuestra materia viva.
Tras el silencio meditativo, te dedicamos la proyección de unas fotos hermosas del lugar donde reposan ahora tus cenizas y una música que nos envió una bella peregrina, además un huapango y un son caliente, para que bailaras tu muerte, como buen brujo de Castaneda.
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