Trascendencia personal: héroes, mitos y rituales
"La
locura es el origen de las hazañas de los héroes"
Víctor
Hugo
En nuestra cultura, las etapas de la vida son
formalizadas a través de rituales o ceremonias sociales. Así ha sido, de
maneras diversas según tiempos y espacios culturales, desde miles de años. Cada
sociedad ha hecho sus propias liturgias: el bautismo cristiano, el padre que se
lleva al adolescente a conocer el sexo en su primer encuentro, los desposorios,
la jubilación o la retirada, los funerales… todos ellos pretenden darnos una
llave para superar o atravesar un tiempo e incluirnos en otro. Para no
quedarnos anclados en la infancia oral o en la adolescencia sin compromiso. Para
asumir la edad adulta; para sobreponerse a las pérdidas…Rituales, actos
religiosos, catarsis, psicoterapias, todo ello, desde tiempos inmemoriales y
bajo diferentes formas, son actos sociales en ayuda del individuo del grupo o
de la misma tribu. Integración y sentido de vida son elementos esenciales a los
que contribuye el mito.
Los
ejemplos de los héroes, más o menos mitificados o santificados, buscan también
ayudar a la persona a encontrar sentido en lo que no lo tiene, o no parece
tenerlo, particularmente en la constante del sufrimiento, la injusticia, el
dolor y la muerte y los cambios en general .
Los héroes y los ritos que les acompañan nos
sirven para compartir las alegrías del triunfo, de la gloria, del éxito o del
cambio de estado o de época: pensemos en los banquetes, fiestas de celebración,
procesiones y otros rituales en cada parte del planeta y en diferentes siglos:
fiestas de primavera, saturnales, navidades se suceden bajo diferentes
civilizaciones y diferentes nombres.
Puede que el motivo más importante de esta mitología acompañada de
rituales sea, en definitiva, el tratar de encontrar y de dar sentido a una existencia temporal y efímera y
sometida a todo tipo de vaivenes y dificultades además de unificar al individuo
con su grupo.
En
ocasiones, puedo pensar que los héroes son los de las películas o las que
marcan las historias pasadas o ajenas, sin darme cuenta que, de una manera más
modesta y concreta, yo mismo soy el protagonista del hecho heroico en el camino
de mi vida. Y la acción transcurre en la vida ordinaria, pero también en la
existencia onírica.
Esta
manera de entender y de seguir la vida a través de lo ajeno puede contribuir a desviar
el protagonismo de nuestra propia vida e impedirnos ver y a encontrar el
sentido propio. O a buscarlo.
Para uno mismo no hay protagonista más
importante que el ser capaz de alcanzar las metas que cada individuo puede
desarrollar personalmente y dentro de su grupo social. Solo en el sentido de cómo individuo o también integrado en equipo o
grupo.
Los obstáculos que se presentan en la
vida pueden ser externos, como salir adelante y alcanzar el desarrollo completo
de las potencialidades. Otros son internos, es decir afrontar las propias
limitaciones, pensamientos o emociones que obstaculizan o no nos permiten ir
más allá de lo conocido.
Salir adelante, o sacar a la familia o al
grupo, de las dificultades es en ocasiones difícil y requiere una actitud
heroica y ahí en la historia están los ejemplos. El camino interior es así
mismo complejo. Bien lo conocen quienes se dedican a la ayuda tanto psicológica
como espiritual. Sobre ello han meditado y mostrado la senda sin atajos las
denominadas comúnmente como corrientes espirituales y también las religiosas,
así como las grandes figuras de la humanidad. Cada uno ha pretendido hacer de
su manera algo universal. Sin embargo, la diversidad de nuestra mente es
inmensa y podríamos decir que muchos son los caminos, aunque todos llevan al
mismo lugar.
Las metas externas e internas no tienen
porqué estar en antítesis (“al César lo que es del César y a Dios lo que es
de Dios”). Con todo, unificarlas se ha
dado rara vez (como en la historia del
rey David, en la mitología judeo-cristiana: un rey de súbditos y también un
líder espiritual), pues, en general, hay una que manda más que la otra
(“dejadlo todo y seguidme” o bien: “mi reino no es de este mundo”).
En contraposición a las metas externas,
se ha interpuesto el “vanidad de vanidades” (“seguir la escondida senda” de
Horacio). Todo logro es efímero, así como quien lo logra. Pero entonces ¿cuál
es el sentido de vivir? Esa cuestión ha estado presente desde que el hombre
alcanza la fase deductiva o racional.
Las soluciones todos sabemos que son
diversas. Unas, atadas a creencias religiosas, políticas o de tradición. O bien
las propuestas han tratado de llegar a través de la razón o la filosofía. Otras,
pretenden enseñarnos la procelosa travesía del “conócete a ti mismo”.
Regresamos
al viaje heroico cotidiano: el mito del héroe/heroína que, dejando de lado lo
externo, avanza ante los obstáculos
interiores, y que es al menos tan antiguo como nuestra cultura.
En mi opinión, todos ellos nos adelantan
que el camino pasa por al menos dos obstáculos: vencer la importancia personal (que
viene llamándose ego) observando su
vacuidad y también alcanzar la trascendencia personal a través del amor o
compasión.
En la superación del primero, encontramos
los héroes que han buscado el sentido último, el Ser, Dios, el Tao… Podríamos
decir que es el viaje directo al espíritu, el Bhakti Yoga, el camino devocional, bien conocido también por el
sufismo y por los místicos en general.
En el segundo, podemos incluir el de quienes
nos han enseñado que el compromiso hacia los demás (pues todos estamos en el mismo
barco de la vida) es la vía par alcanzar la meta. La vía de la compasión, del amor,
del trabajo desinteresado, como forma de dejar de lado la auto-importancia y
alcanzar la trascendencia.
A
modo de conclusiones
En absoluto pretende esta reflexión ser
un círculo cerrado. Sin duda, cada uno encontrará vías y nombres diferentes que
aclaran y personalizan el propio mito. Creo que siempre es preciso recordar que
la vía de los conceptos y de las simbolizaciones, siempre explicativa, ha de
ser completada, si no es que reemplazada, por la de la experiencia personal: de
poco sirve hacerse experto en héroes y mitos si no tenemos claro nuestro propio
recorrido heroico.
Dejo al lector la posibilidad de
encontrar adalides y heroínas en ambos caminos y de buscar en su ejemplo las similitudes con la
propia vida y con los obstáculos a superar. Finalmente, la comprensión de
nuestros propios actos heroicos nos pueden hacer percibir mejor el sentido que
le damos a nuestra existencia y más allá al significado último de la existencia,
como dice Víctor Frankl.
Puede
que lo más importante sea verse a uno mismo en la pregunta de cómo prevalecemos ante los impedimentos
externos, pero primordialmente internos, y hacia donde nos conduce esa vía que,
querámoslo o no, hemos elegido o se nos ha presentado. Constatemos qué nos pasó: si es que se manifestó
en algún momento de la vida la llamada a algo diferente. Y cómo, según dice la
tradición heroica, en un principio tratamos de apartarlo o de posponerlo
(“aparta de mi este cáliz”), pues suponía abandonar algo conocido por algo
desconocido, asentado no tanto en la razón sino en el impuso (“el camino del
corazón”).
Y, tras este punto de partida,
comprobemos como ha sido para nosotros el afrontar las dificultades importantes
de la existencia: la separación, los ritos de paso de cada etapa de la vida, la
cercanía de la muerte tanto física como de alejamientos de aquello que más
queríamos. Observemos también como ha sido el regreso del viaje, acaso más
importante todavía que la misma aventura de ir, y si, al contemplar el camino
recorrido, somos los mismos tras pasar por las pruebas que cada uno,
personalmente, ha sobrellevado.
Recordemos a Cervantes:
Vámonos poco
a poco
Pues ya en
los nidos de antaño
No hay pájaros
hogaño.
Yo fui loco
Y ya soy
cuerdo.
Fui don
Quijote de la Mancha,
Y soy agora
Alonso Quijano el Bueno.
Pensemos después en héroes y heroínas y
en personas conocidas y veamos lo que hemos tenido de común en el viaje de la
vida, si es que ha habido algo, más allá de lo anecdótico. Podemos hacer una
reflexión personal de cara al presente y al futuro.
Porque observar los mitos y rituales,
héroes y heroínas y nuestros propios arquetipo en los sueños, nos recuerdan que
no estamos solos ni somos tan diferentes de los demás. Nos evocan que otros
pasaron por situaciones similares y, de manera simbólica, nos mostrarán que hay
una similitud, un origen y un destino común, en la vida del humano.
Y no se trata de seguirlo al pié de la
letra porque más allá de los ejemplos circunstanciales:
"Creo
que un héroe es el que entiende la responsabilidad de su propia libertad"
Bob Dylan
Y ese margen de responsabilidad que conlleva el hecho de
vivir es el que imprime de sentido a la vida individual en el contexto universal.
3 comentarios:
No se porque estoy empeñado en seguir el mito de Hèrmes, mensajero de los dioses.
Muchas gracias Miguel, por tus lecturas!!
Hermes, el secretivo
Gracias por compartir
Publicar un comentario