Acerca
del amor
"Il n'y a pas d'amour heureux" (Aragon)
"Amar es regocijarse" (Aristóteles)
"Un amigo es alguien que te conoce muy bien y que, a pesar de todo, te quiere"
A.C.Sponville
Al pensar acerca de la sensación o vivencia amorosa, me llegan
recuerdos de diversas experiencias. Se trata seguramente de una palabra manida,
cuyo significado ha quedado obscurecido a través de tantos siglos de hablar
acerca de ella y de pretender alcanzarla, persiguiéndola como una sombra
frustradora.
Recientemente, he estado leyendo
un artículo de uno de mis filósofos favoritos del momento: André
Compte-Sponville. Me gusta en particular su manera de abordar los temas, porque
entremezcla sus vivencias con el significado de las cosas y procura clarificar
la razón desde la vivencia. Lo encuentro más delicado que otro de mis
favoritos, Michel Onfray, al que he seguido en casi todas sus obras. Onfray es
más guerrero, más radical, más anarquista, aunque igualmente honesto. Ambos
rechazan al dios personal y se proclaman ateos. André, sin embargo, mantiene
más contacto con lo cristiano y con lo religioso en general y puede que,
además, su prosa sea más elegante.
En fin, ambos merecen la pena ser
visitados o leidos en casi toda su obra por quienes buscamos asentar el
conocimiento y la claridad o simplemente disfrutar con una buena e interesante lectura.
El caso es que André, al hablar
del amor y de la capacidad amorosa, sigue, al igual que muchos escritores,
filósofos o no, esa distinción conceptual y vivencial que hicieron los griegos
entre tres facultades o capacidades amorosas, definidas por tres palabras
diferente que, en castellano, al igual que en muchos otras lenguas, traducimos
casi exclusivamente por amor. Se trata de Eros,
de filia y de ágape. Tres diferentes maneras de enfilar el amor y puede que tres distintas
formas de hacer el contacto con el otro.
Platón, ese formidable bastión de
la cultura y de la filosofía y en
particular de la occidental cristiana, es uno de los primeros en hablar de
amor. Lo hace en su libro “El Banquete”, en el que diversos personajes se reúnen
alrededor de una mesa para conversar amablemente acerca del tema. Son
especialmente conocidas las intervenciones de Alcibíades, el héroe de la
juventud de su época, popular por
su belleza y por sus facultades físicas e intelectuales, que no políticas. Platón le hace hablar
del amor entendido como pasión (el Eros, representado por el niño o el
adolescente ciego, que dispara las flechas), pasión hacia el otro y no
solamente sexual (de hecho distingue entre la pasión sexual –cuya
representación es Afrodita con sus placeres- y la pasión hacia el otro: “el
enamoramiento” diríamos para entendernos hoy). Ambas pasiones pueden ir juntas,
pero no es obligado. Se puede sentir ta
afrodita (deseo o atracción sexual) sin Eros (enamoramiento apasionado) y viceversa.
Eros, entendido como esa pasión amorosa, es la que tantas
veces vemos representadas en las artes, especialmente en la literatura, el
teatro, en la pintura, en la
escultura y en el cine de la actualidad. Tal vez podemos llamarlo amor
romántico, en la medida que esta lleno de ardor, de emoción desbordada: el amor
adolescente y juvenil.
Platón hace decir a Alcibíades
que ese amor que pretende llenarnos es consecuencia de que los dioses
condenaron a los hombres, a los humanes, a buscar por el mundo su mitad, su
media naranja, pues, siendo redondos y cuasi perfectos, los partieron por la mitad para que no se sintieran poderosos
y tentados de escalar el cielo y mezclarse con ellos, con los dioses. Antes de ser cortados por
la mitad, los humanes tenían cuatro patas y cuatro ojos, dos sexos… y eran
mitad hombre y mujer o dos mitades de hombre (homosexuales masculinos) o dos
mitades de mujer (homosexuales femeninos). Al ser rebanados por la mitad, quedaron
más débiles y compelidos a buscar esa otra mitad y así los dioses se quedaron
tranquilos en su Olimpo y complacidos por sus ofrendas… En fin, se trata de una
“boutade” platónica, de un cuento mítico, para hacernos ver la forma de percibir el amor como una
compulsión a encontrar la otra mitad de nosotros mismos, y que, si lo lográramos, seríamos ya felices (aunque bien sabenos que alejándonos así de la verdadera felicidad, que sería ir al lugar de los dioses). Platón pone
en boca de Alcibíades que el amor reúne las cuatro condiciones esenciales para
hacernos felices : es definitivo, colma completamente, es exclusivo y pone fin
a la soledad. Es un amor fusión. Basta reunir recuerdos de nuestras relaciones
fusionales para darse cuenta (al menos en lo que a mí me toca) que la cosa no
va por ahí y que raramente el tiempo no va deshaciendo esa fantasía de la
“media naranja” que llena todas nuestras necesidades, como en los cuentos de
niños en que se decía al final del mismo, cuando el héroe conquistaba a su heroina o viceversa, eso de “… y fueron felices y comieron perdices”.
Para ello, Platón hace hablar a
su maestro Sócrates a través de Diotima, una sabia sacerdotisa. Y de su boca
aparece otro de los grandes sofismas que ha permeado en nuestra cultura.
Diotima/Sócrates/Platón considera que el amor busca la realización de un deseo
y que el deseo intenta colmar una carencia. Por tanto, colmada la carencia por
medio de la satisfacción del deseo, reaparece la carencia que el deseo vuelve a
intentar colmar y nos pasamos la vida en un estado de intentar colmar esas
carencias. Con ello, el amor no es sino un vano intento de llenar el vacío (la
carencia). Pasamos, como decía Schopenhauer, del deseo al hastío o aburrimiento.
De ahí, el filósofo nos propone
un recorrido a través de las ideas, para llegar a la conclusión de que lo único
que puede colmar nuestra carencia es la consecución de lo Bello, Idea Suprema
que nos permitirá descansar en su esencia. Fue fácil para el mundo cristiano
poner a Dios como representación absoluta de lo Bello y por ende decir que solamente Dios
colma nuestra necesidad, nuestra carencia última.
Pero, una vez más, la filosofía
no consigue concretar la felicidad, ni siquiera resumir lo que el amor puede
llegar a darnos. Lo Bello (acabará diciéndolo Aristóteles) es algo inalcanzable,
que solamente se manifiesta a través de situaciones concretas. Bien es verdad
que los místicos podrán alegar que es con la experiencia transcendente que se
alcanza lo Bello (para
entendernos, el Ser) y por tanto vemos colmada la necesidad (la ansiosa
carencia). La permanencia en Dios haría , de esta manera, feliz a quien puede
contemplarLe de forma permanente. Así lo describe Dante en ese Paraíso, en el
que las almas están radiantes en Su contemplación y ya no desean nada más.
Sin embargo y sin excluir ese exclusivo mundo
contemplativo, voy a seguir por el momento la argumentación de André.
Recurrimos, de esta manera, a
buscar otra idea del amor, sin excluir a Eros.
Es verdad que casi todos pasamos
por la fase del amor pasión, de preferencia con, pero también sin, sus
aspavientos sexuales (el así llamado amor “platónico”). Sin embargo,
comprobamos que la mayor parte de las parejas estables no renuncian a amarse
aun cuando la pasión esté lejos o
transformada. Consiguen transmutarla por medio de otra forma de amar, que en
griego llamaban Filia. He observado
en mi y en otras personas como el amor evoluciona y el otro pasa a ser querido,
estimado, considerado, cercano, con casi independencia de que la pasión esté o
no. André recuerda como, antiguamente, en idioma francés, los esposos se
llamaban “ma mie o mon ami/e”, es decir "mi amiga/o". Amigo es obviamente una
derivación de la palabra amor. Se trata de una amor
distinto y que sin embargo es extraordinariamente relevante en los humanos
adultos… Y en ese sentido, aparece el amor ya no como pasión, sino como
pulsión, como capacidad inagotable, como valor axiológico principalísimo, que
hace que aquel que nos es conocido y cercano no solamente no aburre ni hastía,
sino que es fuente principal de felicidad. El Eros no es excluido, pero deja de
ser el ingrediente principal o al menos único de la relación amorosa.
Filia es un sentimiento que no se tiene nada más con la pareja,
sino que es similar cuando hablamos de los hijos, de los padres o parientes
cercanos, de los amigos “íntimos”. Es amor, en la medida que sigue estando
delante de nuestro propio interés, o al menos lo acompaña íntimamente y nos
lleva con frecuencia a sacrificar ese interés en beneficio del otro. Esa
sensación amorosa nos hace sentir bien, felices al poder dar al otro, sin sentir
que estamos necesitados de recibir a cambio otra cosa que no sea amor y, en su
faceta más elevada, ni siquiera eso esperamos, al menos de manera inmediata y
recíproca: nos alejamos del refrán latino do
ut des (te doy para que me des).
Aún siendo esta forma de amor
algo lleno de plenitud y que puede llegar a saciar nuestra capacidad de dar,
existe entre los humanes otra forma de amor. Dejaré para otra ocasión analizar
como este amor ha podido favorecer a nuestra especie a través de la selección
natural. No se trata ahora de “des-sacralizar el amor”.
Los antiguos griegos no nos hablan
de ágape. La palabra nos viene a través
del helenismo y vía los escritos cristianos. Se trata de otra forma ( la más
elevada para el cristiano) de alejarnos de la búsqueda de nuestros propios
intereses. En esta orientación lo llamaríamos cáritas o caridad (amor desinteresado) Porque el amor de o
hacia la pareja, hacia los parientes o amigos íntimos es sin duda maravilloso.
Visto desde la altura de miras, todavía tiene algo de relacionado con el ego,
con la propia felicidad. Por ello, y aquí llega o Occidente claramente a través
del cristianismo, el amor puede ir dirigido a aquellos a los que no tenemos en
nuestro círculo íntimo ni genético. Se trata de buscar el bien de todos en
general y, en especial en estos tiempos, podemos hablar del bien de lo que nos
circunda, de la Naturaleza, aquello que heredarán los próximos, de los animales
nos gusten o no, de las plantas,
etc. etc. Otros enfoques espirituales hablan de la compasión (el budismo), la
fusión en dios (el sufismo) …
Eros, Filia y Ágape no tienen porque ser consecutivos, ni mucho
menos incompatibles. Podemos sentirlos en situaciones diferentes, en tiempos y
espacios distintos. Ni siquiera, y alejándonos de una concepción moralista,
tenemos porqué considerar a uno mejor que otro o un valor más elevado. Dejemos
eso para la ética, o la religión.
Simplemente, se trata –a mi
juicio- de observar nuestra mente y de ver como la hemos ido programando para
que las cosas tengan que ser de una manera determinada. Lo que hace que a veces
buscamos separarnos porque ya no hay Eros, o Filia o Ágape, cuando en realidad
se dan no siempre de forma indefinida y ni siquiera se dan siempre (y entonces
nos sentimos o podemos sentir vacíos de amor).
Una vida plena está probablemente
llena de experiencias eróticas, filiales y agápicas, si me permitís esa
terminología. Y sin olvidar los placeres de Afrodita, a las que aludí al
principio, o del afecto, o de la contemplación....
Porque, finalmente, la permanente
búsqueda de satisfacción a través del deseo para llenar las carencias nos hace
olvidar que puede ser que la felicidad venga por medio de lo que ya tenemos y
no necesariamente a través de lo que nos gustaría tener.
Un inventario de las facultades y
potencialidades que tenemos y que podemos desarrollar puede hacernos más
felices que tratar de encontrar aquello que nunca podremos lograr. A veces, les
digo a mis orientados que se trata de sustituir los condicionales “me gustaría”
o los subjuntivos “me hubiera gustado” por algo más simple como “esto puedo
hacer y esto quiero hacer”.
Y de esto último está en buena parte hecho el amor. Puesto que
no se puede amar por voluntad, aunque sí se puede desear amar, ejercitándolo
con buena voluntad.
5 comentarios:
Muy interesante, Reflexionar sobre el ¡AMOR!El motor que nos mueve a bastantes personas - humanos. Me ha gustado bastante como has mostrado las diversas formas del Amor. Lo que no he comprendido muy bien es la última frase. "Puesto que no se puede amar por voluntad, aunque sí se puede desear amar, ejercitándolo con buena voluntad"
¿A qué tipo de Amor te refieres aquí? Siento y pienso que desde la buena voluntad siempre podemos Amar, otra cosa es que la/s otra/s personas nos correspondan. Que tengo que ser consciente de esto que puede suceder
Pues lo que he querido decir es que, aunque a veces es dificil tener sentimientos amorosos, existe la posibilidad de desear tenerlos y eso le llamo la "buena voluntad"...
Preciosa reflexión, Miguel. La buena voluntad es el timón del amor para mí.
Inés
Me llama la atención la frase de Aragon que precede al comentario sobre aquello de que "no hay amor feliz". Y es que en cualquier tipo de amor siempre tenemos una expectativa por encimma de lo que es la realidad , de lo que nos llega o tal vez de la forma en que nos llega. El niño pequeño siempre se queda con necesidad de más y ésa es la manera en que , durante el resto de la vida , esperamos el amor: Más. Y cuando ya eres una persona adulta te haces consciente de que los demás están ahí , como tú , esperando más y aparece la empatía que nos hace tan humanos.
Amamos como podemos , como aprendimos y quizás como nuuestra propia necesidad nos va guiando. Y es entonces cuando el amor es plenitud, cualquiera de los tres .
Recuerdo una canción de los años 70 de Crosby, Still and Young que venía a decir algo así como : "Si no puedes tener a quien amas , ama a quién está contigo". uena voluntad o aceptación ?. Ahí lo dejo .
Gracias por este precioso escrito Miguel.
Un abrazo
África
Considerado Miguel;
Agradezco encontrarme contigo (Y con Vosotros)a través de éstas lineas, y reflexiones acerca algo tan Clave y tan Vital y... Tanto, que nos lleva a lo más nuclear y esencial de la vida Emocional de cada Quién, y cada Un@ de Nosotros.
Per-seguir dirigiéndonos a comprender más allá y más acá de lo que en un principio nos viene, nos con-mueve y entendemos, Nos hace atravesar y ahondar en todo lo que en relacción a ésta Palabra y sentimiento...? Ó afecto, emoción... Ó resultado de todas ésatas palabras significantes, y tantas impulsos, carencias y necesidades que se entremezclan con el Deseo.
Añadir a Tus valiosas palabras y consideraciones, lo valioso de entender la etimologia de amor, y su posible directa relacción con A-Morrosch, Morrosch hace referencia a "pasión" con lo que A-morrosch, leida con guión apunta a Sin-pasión. Vamos que el Amor, A-mor, a-mort.. Nos trae parecer directo al mundo de los sentimientos.
Senti-mientos que tantas veces nos son dados por Otros, y que tanto nos condicionan la vida. Aunque tan a menudo consideramos copmo lo mas esenvial nuestro. (Como la mujer maltratada que sigue SIENTiendo "amor" por su pareja.
Por ello... Quizá lo Tan Valioso de revisar, variar y reinscribir desde comprensión y decisión Propi@. Aquí es donde se hace preciso el mejor GuerrEro Interno.
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