lunes, 3 de octubre de 2011

La noche



La noche es cálida, un suave viento la hace más llevadera y también la altura de la montaña en donde hemos acampado. La hierba despide frescor, así que salgo de la tienda de campaña e instalo mi manta sobre el suelo y encima un liviano saco de dormir.
No hay luna, así que el cielo es inmenso, azul obscuro casi negro, tachonado de estrellas que brillan en diversos colores e intensidades. Al poco, se distinguen sombras en la pálida luz de la noche y aromas nocturnos que dentro de la tienda no se aparecian. Es ahora tanta la luminosidad del cielo que no quisiera dormir, sino quedarme ahí, contemplando el Universo infinito. La Osa Mayor parece trazada con escuadra y la Menor también y aún cuando poco sé de estrella se percibe a Vega y a Arturo más potentes que las otras.
Me quedo dormido. Al rato despierto de nuevo. El cielo se ha movido y algunas estrellas ya no se ven y han aparecido otras, en un devenir que se va a hacer constante en lo que pasa de noche.
Son tantas las comparaciones que me provoca ver como todo está en constante movimiento, en medio de un cielo que parece el mismo... Tantas las personas que estaban al principio de mi vida y que ya no están. Tantas otras que han aparecido y que no figuraban en mi mapa de vida...
Pienso en el eterno retorno hegeliano, en ese constante devenir, que puedo apreciar mientras estoy en este mundo, en esta realidad. También yo soy una estrella, con un tiempo de brillo, con algunos observadores, que pasaré por el cielo del espacio/tiempo para desaparecer...
Mi energía, como me decía una perspicaz observadora, no desaparece, la esencia permanece, aunque la existencia cambia.
La esencia del Ser no cambia, su existencia manifiesta está en permanente cambio para nuestros sentidos...
Y regreso al cielo y contemplo la noche que avanza y pronto llegará la claridad. No todo se ve mejor durante el día. La noche propicia otra forma de observar la vida.
Bendigo esta noche en la Naturaleza acogedora y doy gracias por poder sentir lo manifestado.

5 comentarios:

Raquel G. dijo...

Por cierto, Miguel, felicidades con varios días de retraso. Gracias por ser. Y por mover la brújula. Como dijo el gran pedagogo Paulo Freire, "no admitimos posturas quietistas". Mientras alguien mueva la brújula, no hay riesgo de creer que un camino inamovible está trazado de antemano. O, como dice mi amiga Lourdes, "el moverte no te quita lugar".

Un abrazo.

miguel albiñana dijo...

Muchas gracias Raquél: fue el pasado 26.Brújula todos lo somos los unos de los otros, y de todos aprendemos a encontrar nuestro Gran Norte...
un abrazo
M

Raquel G. dijo...

No es mi intención asustarte, Miguel, pero creo que debo decirte que tu cara -vista de perfil- se ha convertido desde hace unos días en un paisaje nocturno de Van Gogh. Hay que ver las cosas que pasan de noche! Voy a mirarme inmediatamente al espejo, no sea que corra peor suerte que tú y se me ponga cara de escarabajo de Durero, por ejemplo ;-) Aunque, pensándolo bien, si eso equipara de algún modo mi talento literario al del bueno de Kafka, pues bendita metamorfosis.
A ver:... No, todavía tengo cara de Raquel. Quizá mañana al despertarme...

Un abrazo :-)

miguel albiñana dijo...

Jaja... de verdad Raquél que me encanta tu sentidfo del humor...
Por otyra parte mi cara nocturna pintada por VanGogh es todo un descubrimiento artístico
:)

Sandovictor Hugo dijo...

Buen artículo. No se me hizo corto esta vez.