miércoles, 22 de junio de 2016

Refrán

El refrán

  

 Las sentencias de los refranes suelen llevar advertencias acerca de algún tema común experimentado por varias generaciones. Al igual que todas las formulas generales que tratan de aplicarse hacia todas las direcciones, han de tomarse con precaución. 
   Es gracioso ver como a un refrán acerca de un tema le suele coincidir otro con el consejo opuesto o complementario:

"a quien madruga Dios le ayuda"...
"no por mucho madrugar amanece más temprano".



   Siempre me han gustado  los refranes como síntesis de sabidurías tradicionales....  y eso que:

"hombre refranero, hombre puñetero".

   Y es que la banalización  puede acompañar a ese intento de consejo general:

"Todos los caminos llevan a Roma"
pero:
 "la distancia más corta es la linea recta"

   Cada persona suele tener (al menos en este país) dichos, sentencias o refranes anclados como cimientos de su comportamiento. Al menos, son susceptibles de ser transformados en un refrán que se erige como código de conducta "introyectado". Quiero decir con introyectado un modo de pensar, de sentir y/o de actuar no elaborado, que puede llegar a ser rígido, cuando no intransigente. Por ello es conveniente, a mi entender, repasar cuales son nuestros refranes favoritos.

Entre los mios están estos dos:

"es de bien nacido ser agradecido" 
y
"a enemigo que huye, puente de plata".

   Hay otros, claro está. 
   Sin embargo, reconozco en estos dosmuchos de mis pensamientos, y actos en el ya largo recorrido de mi vida.


viernes, 10 de junio de 2016

Tiempo

Tiempo


  
Es un vocablo que pretende transmitirnos la idea de que el observador se sitúa en un momento  inmutable (un segundo) y observa la evolución de las cosas.  Hasta cierto punto, limita la observacion , pues, a medida que las cosas pasan, el observador también lo hace.

  El hecho de que varios observadores se pongan de acuerdo acerca del paso o cambio de la cosa permite dar a su observación el carácter de objetivo, pues se desprende que el cambio no depende de la relatividad de un observador sino que existe por sí mismo.

  El paso de las cosas, es decir su permanente mutabilidad, es uno de los hechos que más ha llamado la atención al humano.

  Alrededor del paso o cambio en el estado del universo y de sus partes, la transitoriedad de lo observado y del mismo observador, han llevado a tratar de “trascender”, es decir de ir más allá, en lo efímero de las cosas de la existencia.

  Se ha tratado de buscar algo o alguien que “no cambie”, es decir cuya esencia sea siempre la misma y hacia la que el mutable observador se pueda dirigir en busca de seguridad y permanencia.

  A veces, se ha buscado en la idea de un ser inmutable, llamándolo dios, y dotándole de características permanentes.

  En otras ocasiones, se ha pretendido dar a las ideas, es decir a las creaciones mentales, esa misma esencia: así la bondad, la justicia o la belleza o la verdad.

 Se ha buscado dotar al ser supremo de esas misma características.

  
  A imitación suya, se ha especulado sobre la posibilidad de que el humano sea considerado como una excepción a los otros seres creados y posea esencias permanentes. Se las ha denominado “alma” o espíritu que, por su naturaleza inmaterial, tendrían ese carácter de permanencia e inmutabilidad.

   Se ha especulado también que todo lo universal tendría un espíritu, que es general y común a todo, y al que, al terminar el ciclo de existencia, se uniría la esencia.

   Todas las reflexiones parecen formar parte de la sensación humana de que el paso por la existencia ha de tener algún tipo de prolongación. Que la muerte no es el final de la forma y que el espíritu va a algún lugar o tiempo, o bien a algún no lugar sin tiempo, si es que no se reencarna en una nueva forma, inconsciente de sus formas anteriores.

 A esta inconsciencia u olvido se le han dado, particularmente desde las religiones que creen en este tipo de re encarnaciones, nombres o causas diversas.

  El pensamiento o la idea de que nada permanece es tan comprobable que pareciera, por paradójico que resulte, que la mayor parte seguimos asombrándonos  o lamentándonos de que así sea.

  La vida, en su constante reordenamiento transformador, nos lleva a ocuparnos de un aparente presente.

 No tomamos en cuenta de que, visto mas de cerca, ese presente tampoco existe, puesto que está hecho de micro instantes, indefinidos e indefinibles. 

Además está profundamente influido por los hechos pasados y por los acontecimientos futuros que tiran del presente deformándolo según quien cuando y desde donde lo observe.

Por otra parte, la observación de que las cosas pasan al igual que nosotros nos permite momentos que, si alcanzamos a traspasar la angustia que pueda producir, nos pueden dar una gran lucidez en el entendimiento y aceptación de la existencia

 Por ello, figuras ilustres nos han legado lo saludable que es detenerse para observar:

 “como se pasa la vida
  tan callando

Tan callando que cuando se tiene la buena suerte de llegar a  viejo con una salud razonablemente buena y se observa el camino de la vida, podemos, a veces, darnos cuenta de que nada se disuelve porque en realidad nunca existió.

 Recordamos entonces que no es el tiempo el que huye de nosotros sino nosotros los que cambiamos.