sábado, 26 de noviembre de 2011

una imagen: mil palabras

Y el cielo de mi ciudad dejaba sin habla ayer 25 de noviembre. Apoyado en la terraza, respiraba el atardecer que dejaba el sol en el oeste, dejando pasar las palabras que, hermosas o manidas, trataban de describir el horizonte. Todas ellas no eran sino mera comparación de otras cosas que me trataban de alejar de la absoluta maravilla de los colores que captaban mis ojos y me transmitían las sensaciones de contemplación, de asombro, de gratitud...
Recordé una vieja canción francesa de un cura llamado Duval: "le ciel est rouge, el fera beau", que me trasladaban a otras épocas, a mi infancia, a mi madre tarareándola...
Quien sabe si al dia siguiente haría bueno: nada importaba ante la relación que se producía entre el cielo algodonoso y bermellón, anaranjado, ocre, amarillo... todo se trasladaba directamente a mi cuerpo, que, asombrado, callaba.
Por muy espectacular que sea la imagen que os comparto, gracias a la técnica de captación de fotografía, el momento que viví queda gravado, sigue siendo, permanece como en un eterno ahora.
Y esta es la gran paradoja de nuestra mente, capaz de recoger las sensaciones y reproducirlas "como si" fueran presentes, aunque ya no lo son.
Pero el agradecimiento permanece, la sinfonía de colores, el canto magnífico a la vida en el planeta Tierra.

lunes, 21 de noviembre de 2011

la esperanza presente


"Puede que lo que termina matandonos sea la esperanza.
Cuando se acepta que todo es deseperanzado, es más fácil lograr la felicidad"

Esta frase, tomada de André Compte-Sponville (L'amour la solitude) y de contenido profundamente nietzschiano, puede hacernos reflexionar sobre cuanto tenemos puesto en el futuro y como todo ese nivel de esperanza nos aleja de la percepción absoluta del presente (el eterno presente), ese contacto fluido entre nuestro ser y lo que nos rodea.
Es preciso no confundir la esperanza con las metas y objetivos de la existencia. Todo no se realiza al mismo tiempo y en el mismo espacio: es preciso usar nuestra mente prospectiva.Y sin embargo eso no nos debe hacer variar ni un ápice la sensación de que estamos en el único momento en que podemos estar. Al igual que un compositor puede tener varias versiones de su partitura, finalmente es una la que le gusta y esa es la que se toca y se conoce.

Muerta la esperanza de que las cosas vayan a mejor, la realidad deviene nuestro único mundo y podemos dedicarnos a ella con toda la energía disponible.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Esplendor

El amarillo con el que se cubre el árbol antes de desnudarse de sus hojas me llena de una emoción que me resulta dificil de compartir. La tranquilidad de esta tarde de otoño, tras unos dias de lluvia, las nubes blancas y gruesas que llenan el cielo azul claro e intenso de la ciudad, llegan a través de los ojos y continuan y se prolongan por todo el cuerpo.
Es una reconciliación permanente con esta estación melancólica, asociada al final del calor, que es la cumbre del año, así como la madurez parece ser la cumbre de la vida... Parece, pero tal vez no es. En el otoño de mi vida hay asuntos que veo con mucha mayor claridad que en el verano de la existencia, son más liberadoras, más tranquilizantes. En el verano, parece que uno tiene más que perder, pues ¡queda tanto por hacer, por disfrutar!... En tanto que en el otoño el tiempo se encarga de dejar caer las hojas, las vanidades, los deseos incumplidos...
El otoño alivia el espíritu, apartando lo que nunca ya será y deja en el suelo el blando tamiz de los hechos cumplidos y de las esperanzas rotas, alimentando y fecundando el suelo para que otros árboles crezcan con la riqueza y la experiencia dejada.
El otoño es un despertador permanente de la conciencia del tiempo, de la vida efímera y sin embargo rica en experiencia. Es una forma de detenerse, de contemplar como la vida pasa tan callando...
El árbol, en su esplendor dorado, es un monumento constante a la creación, a la vida, a la naturaleza y de ella misma.
Es una instancia al eterno presente, un recordatorio de que de nada sirve agarrarse a nada y sin embargo que el ahora está aquí siempre con nosotros.

lunes, 14 de noviembre de 2011

Votar, una facultad y un derecho


Las elecciones en democracia

Próximamente este país asistirá a una nueva jornada electoral, esta vez para elegir a diputados (y senadores) que a su vez eligen al presidente del gobierno.

Entre los muchos partidos que presentan candidatos, están algunos nuevos y los de siempre, en especial los que pretenden seguir siendo los dos únicos y principales.

El que lleva las siglas de PSOE lleva gobernando casi ocho años. Acogido por muchos con esperanza entre otras cosas por la cara de buena persona de su líder, el primer período de cuatro años trajo consigo algunas indudables mejoras democráticas, como la aprobación de las bodas entre personas del mismo sexo, la retirada de las tropas españolas de Iraq, luego la ley de interrupción del embarazo, que avanzó en la línea de dar mayor libertad a la mujer y otras como el final de la vilencia terrorista.

Sin embargo, el segundo periodo, marcado por la crisis económica mundial y en este país por la incontenible crisis del boom constructor de casas, ha sido decepcionante. El gobierno no ha sabido, podido o querido poner coto a los privilegios de la Iglesia católica, que acapara buena parte de la educación privada y concertada, ni de la Banca, que distribuye a sus altos cargos enormes cantidades de dinero, mientras envilece las condiciones de los préstamos a los menos favorecidos, ni ha podido crear unas condiciones de empleo digno especialmente para el enorme porcentaje de jóvenes sin trabajo.

En estas condiciones, sus siglas de Partido (que tiene partidarios, cada vez menos), Socialista (que pretende una política social avanzada) Obrero (que quiere favorecer en particular a la clase trabajadora) Español (que está por encima de los intereses nacionalistas) no han respondido a su verdadero sentido.

Además, el PSOE se ha visto desbordado por su izquierda por otros grupos que tratan de aprovecharse de su inconsecuencia en algunos terrenos.

Es por tanto probable que muchos votantes socialistas abandonen, al menos en esta ocasión, a su partido.

En lo que hace al así llamado partido “Popular”, pretende amalgamar desde las voces más conservadoras (la llamada ultraderecha, agrupada en torno a un nutrido grupo de medios de comunicación visuales y escritos) a los de centro derecha (es decir a muchas personas de entorno liberal capitalista), así como a otros decepcionados por las circunstancias de crisis y de falta de trabajo. Las clases populares han votado y siguen votado a este partido, aún conscientes de que en general los ricos pretenden seguir siéndolo, aún a costa de que los pobres lo sean más. El socialismo no ha hecho sino continuar esta tendencia, por lo que no se ve a ciencia cierta mucha diferencia.

A la izquierda del socialismo, está siempre el partido comunista, engarzado en una coalición a la que siempre pretende dominar (la Izquierda unida), que lanza cantos de sirena a los jóvenes “indignados”, hartos de que el sistema arruine todos los ideales de una sociedad diferente. Parece difícil que un partido dogmático como el comunista pueda canalizar estos ideales, como ha sido infelizmente visto en la URSS y otros países en donde han llegado al poder y tanta dificultad ha habido después para que lo suelten.

Sin pretender apurar el espectro, los nacionalistas, principalmente vascos y catalanes, arriman el ascua de la recesión a su sardina independentista para, desde opciones de izquierda o derecha, tratar de lograr la desmembración del Estado actual.

En estas circunstancias, votar el próximo domingo pone a muchos en una opción difícil, por lo que parece que el índice de abstención podría aumentar.

Se me ha pedido que escriba algo al respecto.

He querido poner estas ideas para centrar la cuestión. Creo que cada uno tiene una pequeña responsabilidad. Pequeña porque el sistema democrático no es únicamente (por importante que resulte) una cuestión de votos en urnas, cuando los medios de comunicación se están convirtiendo en medios de desinformación y de manipulación. Los diarios nacionales ( y los locales) son ya, casi todos, una rama de los principales partidos, (para mi con la todavía excepción de “El País” y aún…) Se han convertido en medios de opinión y de desprestigio del contrario, a veces en un auténtico despropósito, agigantando noticias a fin de perjudicar a quienes pretenden hundir sin importarles el daño que puedan causar.

Qué decir de las televisiones… Prácticamente las únicas que mantienen una cierta ecuanimidad son las dos estatales, atenazadas por la oposición por no ceder a sus intereses.

¿Cómo crearse una opinión valida?

Yo sigo analizando el dicho “por sus hechos los conoceréis”, que no por sus promesas o por sus idearios. Hay cosas que se han hecho bien, que han servido para avanzar en la sociedad más igualitaria. Comparar unos y otros puede ayuidarnos. En la historia puede haber posibilidad de hecer criterio, siempre y cuando no se analice como si todos los periodos fueran iguales.

En lo que atañe al ideario conservador, he de reconocer que soy poco cercano. A veces me dicen –para justificarlo- eso de “siempre se ha hecho así”. Y yo contesto: “ bueno durante miles de años nos comimos los unos a los otros, o durante siglos torturamos a los que no pensaban como nosotros y eso no es razón para seguir haciéndolo”…. Las cosas cambian y hay que adaptarse.

Por tanto, me siento más cercano de la actitud innovadora, cercana a los tiempos que corren, a la civilización que busca una mayor igualdad, trabajo para todos o casi todos los que quieran trabajar, igualdad entre los derechos de hombres y mujeres, derecho a decidir de la propia vida etc ¿Quién se acerca más a ese ideario? Pues ahora a cada uno le toca ver lo que se ha hecho en el pasado por unos y por otros y no tragarse las buenas intenciones con las que se trata de comprar ese bien pequeño que es nuestro voto, nuestra libertad para elegir dentro de lo que hay y no dentro de los que nos gustaría que hubiera.

A todos los que tomáis la decisión de participar con vuestro voto os deseo suerte en la elección.

viernes, 11 de noviembre de 2011

La camelia de noviembre

Símbolo de longevidad, lazo de amor, feliz matrimonio, fortuna, victoria y felicidad (en Asía, de donde proviene).

Hay plantas de floración tardía. No les gusta el verano para florecer, sino que prefieren los primeros fríos, y las humedades del otoño.
Hoy floreció la camelia de mi balcón. Estuvo todo el estío haciendo preparativos, y le salieron gruesos botones que no terminaban de reventar. Tomaba su tiempo, conforme a su naturaleza.
Me recordó una frase que un día se le ocurrió decirme a Memo, que en ocasiones tenía esas ocurrencias un poco visionarias: "tu eres de floración tardía", cuando me veía ansioso porque las cosas no salían como y cuando yo quería, peleandome con la realidad del presente, que me pedía más tiempo para llevar a cabo mis metas, para sacar mis flores y consiguientes frutos.
Y es cierto. Tardé. Pienso que lo mejor se dio ya entrado el otoño de mi vida. Bueno. No lo mejor, pero puede que lo más sabroso, lo que hizo que germinara mi paz interior y mi creatividad, hasta donde eso es así al día de hoy. Sin comparaciones.
La camelia me recuerda además un regalo que me hizo mi tía, cuando me marché de la casa de mis padres. Es una pequeña estatua de piedra blanca, a la que yo llamaba la dama de las camelias, novela por cierto que no he leido. La mujer tiene un rostro hermoso, épanoui, está en su madurez, y va tocada con un velo en el rostro, a la moda romántica, que le da un aire sugerente y misterioso. Sonríe sin esfuerzo y parece estar enamorada (todo eso, naturalmente, son mis propias interpretaciones). Da una imagen de felicidad y al mismo tiempo de que todo se puede venir abajo en cualquier momento, como tantas veces sucede con el enamoramiento, que viene y se va y es diana fácil de cualquier dardo, que lo evapora y deja a la persona sangrando, como ese ruiseñor del que hablan en los comentarios.
La camelia no es roja, sino rosa profundo, rosa palpitante de amor. Y digo amor porque hay quien afirma que el centro amoroso del corazón es representado por una flor rosa (y también verde).
Por eso se afirma eso de ver la vida en rosa, como la cancion de la Piaf enamorada, o los cuentos color de rosa, o las novelas rosas... como si se tratara de historias que solamente suceden en la imaginación de las personas que no quieren ver la vida en toda su dimension, en sus facetas polares, al estilo de la diosa, que ama y devora a sus hijos, según conviene, de esa Kali terrorífica hindú.
Mientras, la camelia parece indiferente a tantos comentarios que me suscita y se limita a lucir sus marvillosos pétalos, ligeramente fruncidos, con textura similar a la de un tejido primoroso, de los que hilaba mi abuela.
Como ya no hace calor, permanecerá un poco más de tiempo conmigo, junto a la ventana. Me recordará que la belleza es un lazo que nos une, si lo permito fluir. No le pido aroma pues no lo tiene, como la rosa del otro dia, pero no me hace falta.
Su esencia es así.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

La rosa de otoño

Es una rosa de otoño, que parece tener sus doncellas alrededor, que le dan más brillo y más primor. Todavía no han llegado los fríos del final de la estacion, así que se permite lucir sus colores más intensos, despidiendo el último calor con sus textura y sus matices, contrastados por el lucido rojo de sus acompañantes.
La encontré paseando por la Rosaleda del Parque del Oeste, ese lugar que amo recorrer. Las había todavía de todos los colores, de todas las formas, de todas las edades.
Algunos botones intentando abrir, otras como adolescentes embobadas por su belleza, otras como mujeres maduras conscientes de su inmensidad, otras que ya se deshojaban, dejando en la tierra su suave tapiz, aún lleno de perfume, otras despidiéndose de su identidad y dejando su forma para transformarse en fruto...
A veces he escrito que el otoño me pone melancólico. No es un estado que me desagrade, incluso lo disfruto a veces, pues afina mis sentidos en una direccion. Seguramente en la del tiempo que corre por mis células, como corre por los pétalos de las rosas haciendolos caer.
Es un dulce recordatorio de la temporalidad de la realidad, de su constante devenir.
Y permito que nada se me pegue, y que las hojas caigan como es su ley, pues el Universo tiene sus reglas o así lo parece y de nada sirve, más que de sufrir, el pelearse contra ellas.
Y la Rosaleda se llena de pétalos de todos los colores y los brillantes matices se van poco a poco desvaneciendo entre el otoño...
Y yo prosigo mi camino entre los árboles amarillos y los caminillos alfombrados de hojas que me gusta hacer crujir a mi paso.