lunes, 24 de marzo de 2014

domingo, 16 de marzo de 2014

Viaje


"...l'enfant abdique de son extase" (Mallarmé)

Et l'adulte se limite a vivre  la pauvre réalité...


El campo se ha vuelto seco. Atrás quedó el enorme Moncayo, coronado de blanco, con las nieves del invierno, esparciéndose entre Aragón y Navarra. Lejanos ya los campos blancos y rosados de cerezos en flor de la ribera de Calatayud.

El convoy cambia de ancho de vía y se adentra en la región. El cielo pálido azul, se ha desprendido de las nieblas de la mañana. La luz brilla por doquier, luz jóven, de primavera, de mediodía.

Como si mi propio organismo estuviera retoñando tras el invierno, siento una vitalidad que fluye por las venas y por todo mi cuerpo. Una emoción que se parece al hambre cuando le dan de comer. Todos mis sentidos están en alerta. Desde luego la vista, que come y digiere los paisajes, los árboles, los pequeños arrollos, las cañas que rebrotan, el trigo que asoma, verde, entre flores amarillas.
Y el oído, que quisiera escuchar el sonido de la brisa
y el piar
de las aves que vuelan en bandadas alegres entre campos y campos.Y, por el momento, se vuelca a oir el alegre ritmo de Rubén González.

He elegido una vez más una buena lectura, que compré en México.Ronald Laing sigue siendo un autor contemporáneo. El artículo acerca de psicosis y trascendencia es brillante. Y ¡como se nota cuando alguein habla acerca de algo o habla de lo que ha vivido!
Laing es una personalidad arrolladora y sus afirrmaciones contienen la vehemencia de quien ha pasado por el camino que describe. A mi, lector empedernido, eso me llega y me vibra. Y me recuerda mis poropias experiencias,: pero sobre todo la de ahora, de sentirme aquí, vivo, lejos de la ansiedad de querer llegar a ninguna parte. En el espléndido disfrute del viaje, símbolo vivo de la existencia pasajera. Que pasajero soy en este tren que me lleva, mientras me dejo, me permito sentir el brillo de la estación, la emoción interna de estar.
Y mi abuela diría:
Qu'on est bien quand on est bien!

miércoles, 5 de marzo de 2014

compartiendo primavera

    Tras un invierno especialmente lluvioso, ya está aquí de nuevo la primavera. Ha habido estos dias un temporal de viento que ha barrido los restos de hojas  y ramas secas y los árboles enseñan pequeños capullos. 

   La Madre tiene bastante regulado el asunto de las estaciones, todavía.

  Han aparecido las primeras flores, los ciruelos blancos y rosas,  madrugadores, la explosión de narcisos de oro, de violetas y los apelotonados jacintos que apenas brotan.

  Algunos transeuntes del parque se detienen a recoger puerros silvestres que este año salen en abundancia. Como, siendo yo niño, hacía mi abuela, a la que solía acompañar en su recogida. Tan delgada ella, tan frágil, tan viuda de aqué hombre muerto "pour la France" en la Grande Guerre. Mi abuelo del que tan poco sé y poco se habló en la familia.

   Mi abuela iba tocada de sombreros elegantes y antiguos, adorandos con frutas o flores. Elegante y educada. Hoy es un tipo humano prácticamente desaparecido. Era una persona del siglo XIX, verdaderamente. Una romántica. Siempre la veo vestida de violeta o de morado. Y tal vez por eso es un color que me sigue llamando la atención.

   Pero regreso a la vuelta de la primavera, que hoy estalla soleada en aromas, perfumes y brillos. Ayer había quien me comentaba que sentía estos días una explosión de energía vital, de optimismo, de deseo de emprender nuevas empresas. Y es que, en estos días, todo nace y todo se influye.

   Nuestro cuerpo responde, puesto que es, entre otras cosas,  es un gran laboratorio, en el que las sustancias externas e internas se mezclan e influyen y nos llevan y predisponen, dizque inconscientemente, a senitir y a pensar y a actuar. Y algunos todavía creen que es tan sólo una acto de voluntad, o únicamente de fuerza.

   Pero no: somos hechos de tierra, de aire, de fuego, de agua y tal vez de eter... nidad. Y esos elementos internos interactuan con los externos y nos llevan como semillas al viento a lugares hora lejanos, hora insospechados. Ocasionalmente, tenemos conciencia de ser llevados "cual piuma al vento". Otras, oponemos resistencia. Las más de las veces, ni sabemos qué nos pasa....

   Y mientras, los árboles y las plantas, con su conciencia despierta por la flor-eciente estación, atraen a los insectos para reproducirse y de paso nos dejan estupefactos con sus colores, con su brillo y nos estimulan. 

   Y la vida  parece que fluye a chorros en este dia cinco de marzo....