La plenitud
Se suele decir que el verano es la
plenitud del año. Los árboles se llenan de hojas y de frutos. Las crías nacidas
en primavera crecen y algunos ya vuelan. Se dice que un hombre o mujer alcanza
su plenitud entre los 35 y 45 años es esta época, en esta zona del mundo. Luego
decae y muere. Igual acontece con los países y las civilizaciones. Y con las
especies.
Un
planeta alcanza su plenitud antes de menguar y lo mismo un sistema solar como
el nuestro o una galaxia. Posiblemente también el actual Universo alcanzará o
ha alcanzado ya su plenitud antes de “decaer”.
El verano en esta parte del planeta tiene
su plenitud. Las otras estaciones son, me parece, igual de plenas. Pero el
invierno se asocia con la caída y con el sueño. Y con el final o la muerte. Y a
eso no lo llamamos plenitud.
Plenitud es un concepto asociado a la
máxima expansión y por tanto le solemos dar un significado optimista y
positivo.
En algunos aspectos me considero más
pleno que cuando contaba 35 años de edad. Mi capacidad de conciencia de la
realidad se ha expandido.
En otros, como la energía física o la
memora, bastante menos.
Veo a personas enfermas o decrépitas, por
la edad o los accidentes de la vida, y no puedo dejar de pensar en cuando eran
plenas. O qué hubiera pasado si hubieran alcanzado su verano, pues murieron o
enfermaron antes de llegar.
Y creo que cada edad tiene su plenitud.
Cada fase de la vida. Al menos intento verlo desde esta otra óptica.
La vida es como es como es. Formamos
parte de ella y, en lo esencial, no podemos cambiar sus reglas. Cuando me enfado
con ellas me siento como un niño que exige lo que no hay.
Todo lo que vemos, hacemos, pensamos,
sentimos, está sujeto a una plenitud y a una decadencia ¡me gusta el sonido de
esta palabra! De—caaaadeeeennnncia... Una cadencia hacia otra dirección. Y un
miedo que aparece a transitar ese camino, esa fase de la realidad.
Hoy en el parque todo era plenitud y frescor
de la mañana. Y en esa plenitud estaba ya impreso el amarillear del otoño y la
desnudez del invierno.
Plenitud. Y decadencia.