sábado, 26 de noviembre de 2011

una imagen: mil palabras

Y el cielo de mi ciudad dejaba sin habla ayer 25 de noviembre. Apoyado en la terraza, respiraba el atardecer que dejaba el sol en el oeste, dejando pasar las palabras que, hermosas o manidas, trataban de describir el horizonte. Todas ellas no eran sino mera comparación de otras cosas que me trataban de alejar de la absoluta maravilla de los colores que captaban mis ojos y me transmitían las sensaciones de contemplación, de asombro, de gratitud...
Recordé una vieja canción francesa de un cura llamado Duval: "le ciel est rouge, el fera beau", que me trasladaban a otras épocas, a mi infancia, a mi madre tarareándola...
Quien sabe si al dia siguiente haría bueno: nada importaba ante la relación que se producía entre el cielo algodonoso y bermellón, anaranjado, ocre, amarillo... todo se trasladaba directamente a mi cuerpo, que, asombrado, callaba.
Por muy espectacular que sea la imagen que os comparto, gracias a la técnica de captación de fotografía, el momento que viví queda gravado, sigue siendo, permanece como en un eterno ahora.
Y esta es la gran paradoja de nuestra mente, capaz de recoger las sensaciones y reproducirlas "como si" fueran presentes, aunque ya no lo son.
Pero el agradecimiento permanece, la sinfonía de colores, el canto magnífico a la vida en el planeta Tierra.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

un cielo hermoso, gracias por compartirlo.

Ch dijo...

Esos momentos como el que describes, cuando los vivo (menos a menudo de lo que desearía), me llevan a conectarme con algo que es eterno y entonces las barreras entre lo que soy y lo que me rodea desaparecen, como cuando dices que lo que veías se trasladaba a tú cuerpo que permanecía asombrado y silencioso, vaciado y llenado por la plenitud de un atardecer. Cuando esto ocurre siento que todo está bien, que tengo un lugar en el universo y también que todo está presente en el instante y en el lugar, aunque sea de otro tiempo y otro espacio. Me parece difícil describir estas experiencias con palabras, aunque merece la pena intentarlo.

miguel albiñana dijo...

Gracias Charo, entiendo que no es facilmente escriptible, que es subjetivo y sin embargo entiendo la experiencia...
Para mi es el eterno presente...