viernes, 11 de noviembre de 2011

La camelia de noviembre

Símbolo de longevidad, lazo de amor, feliz matrimonio, fortuna, victoria y felicidad (en Asía, de donde proviene).

Hay plantas de floración tardía. No les gusta el verano para florecer, sino que prefieren los primeros fríos, y las humedades del otoño.
Hoy floreció la camelia de mi balcón. Estuvo todo el estío haciendo preparativos, y le salieron gruesos botones que no terminaban de reventar. Tomaba su tiempo, conforme a su naturaleza.
Me recordó una frase que un día se le ocurrió decirme a Memo, que en ocasiones tenía esas ocurrencias un poco visionarias: "tu eres de floración tardía", cuando me veía ansioso porque las cosas no salían como y cuando yo quería, peleandome con la realidad del presente, que me pedía más tiempo para llevar a cabo mis metas, para sacar mis flores y consiguientes frutos.
Y es cierto. Tardé. Pienso que lo mejor se dio ya entrado el otoño de mi vida. Bueno. No lo mejor, pero puede que lo más sabroso, lo que hizo que germinara mi paz interior y mi creatividad, hasta donde eso es así al día de hoy. Sin comparaciones.
La camelia me recuerda además un regalo que me hizo mi tía, cuando me marché de la casa de mis padres. Es una pequeña estatua de piedra blanca, a la que yo llamaba la dama de las camelias, novela por cierto que no he leido. La mujer tiene un rostro hermoso, épanoui, está en su madurez, y va tocada con un velo en el rostro, a la moda romántica, que le da un aire sugerente y misterioso. Sonríe sin esfuerzo y parece estar enamorada (todo eso, naturalmente, son mis propias interpretaciones). Da una imagen de felicidad y al mismo tiempo de que todo se puede venir abajo en cualquier momento, como tantas veces sucede con el enamoramiento, que viene y se va y es diana fácil de cualquier dardo, que lo evapora y deja a la persona sangrando, como ese ruiseñor del que hablan en los comentarios.
La camelia no es roja, sino rosa profundo, rosa palpitante de amor. Y digo amor porque hay quien afirma que el centro amoroso del corazón es representado por una flor rosa (y también verde).
Por eso se afirma eso de ver la vida en rosa, como la cancion de la Piaf enamorada, o los cuentos color de rosa, o las novelas rosas... como si se tratara de historias que solamente suceden en la imaginación de las personas que no quieren ver la vida en toda su dimension, en sus facetas polares, al estilo de la diosa, que ama y devora a sus hijos, según conviene, de esa Kali terrorífica hindú.
Mientras, la camelia parece indiferente a tantos comentarios que me suscita y se limita a lucir sus marvillosos pétalos, ligeramente fruncidos, con textura similar a la de un tejido primoroso, de los que hilaba mi abuela.
Como ya no hace calor, permanecerá un poco más de tiempo conmigo, junto a la ventana. Me recordará que la belleza es un lazo que nos une, si lo permito fluir. No le pido aroma pues no lo tiene, como la rosa del otro dia, pero no me hace falta.
Su esencia es así.

4 comentarios:

Raquel G. dijo...

Me encanta esto de la floración tardía. Me recuerda que no importa tanto cuándo se florece ni por qué, sino dejar espacio a esos botones que ya reventarán como mejor les parezca. Igual que el enamoramiento, que, tal como dices, va y viene y por el camino se entretiene, se pierde y reaparece.
Lo de la floración tardía me recuerda también que siempre ando excusándome por necesitar varios días, a partir de cualquier acontecimiento, para que aflore en mí la comprensión de lo que estoy sintiendo. Quizá porque, como dice Krishnamurti, la palabra no es la cosa que pretende describir.
Preciosa tu camelia, que me convence por fin de que el rosa no es un color artificial sino, más bien, caprichosamente natural.

Un abrazo.

Sandovictor Hugo dijo...

Gracias por tu artículo. Me ha gustado.

Ch dijo...

Parece que estos días, todo va cristalizando en torno al tema del amor y el enamoramiento.
Hay dos aspectos polares que creo que tienen mucho que ver con la capacidad de amar, por un lado la fuerza, y por otro la vulnerabilidad.
No sé si es lo mismo amar que enamorarse. El enamoramiento es algo que viene y se va, el amor es un enamoramiento terco, que no quiere darse por vencido, que quiere mantener la flor abierta frente a vientos y tempestades, que pierde la brújula y no ceja hasta que consigue volver a apuntar su rumbo hacia la estrella que lo guía, el enamoramiento busca mirarse en un espejo que devuelva una bonita imagen de uno mismo, el amor busca darle al otro un reflejo resaltado de su belleza y su valor, pidiendo sólo a cambio no ser despreciado.
No sé qué tiene de cierto todo esto, tampoco por qué o para qué lo escribo, es otro fruto del otoño, una camelia sin olor, un poco de viento en el viento….

miguel albiñana dijo...

Mmmh, interesantes comentrios sobre el amor. Me dan que pensar.
Para mi el estado de enamoramiento es pasajero, es un contacto simbiótico, confluyente, posiblemente necesario, sobre todo en función de la pareja...
El amor lo entiendo como una capacidad que se desarrolla mas desde la no posesión, es una caricia que puede retirarse, es un vínculo mas universal, sabe hacer contacto y retirada del objeto concreto, pero mantiene sus existencia...
Indudablemente son formas de explicar y lo principal seguirá siendo la experiencia vivida...