viernes, 21 de junio de 2013

Histria, cuento infantil


Histria, la solitaria



Sumergida en la profundidad del océano. Agarrada a la roca por medio de sus potentes ventosas, se dejaba mecer algo por las corrientes que surcaban su humilde casa.
Hacía ya tiempo que aquél pedazo de mar fue elegido para acallar los constantes gritos que surgían de su intimidad.
Aquí, lejos de casi todo, nada parecía turbar su aparente calma.
Aparente, porque, dentro, la ebullición era casi constante. Una y otra vez las preguntas quedaban sin respuesta. O peor todavía, la respuesta parecía confirmar sus peores sospechas: nadie vendría a buscarla.

A veces, se personaba un pulpo de ojos brillantes, amarillos, glaucos. La miraba. Pero ella evitaba sus ojos, convencida de que no  buscaba sino devorarla.
Así que cerraba su concha y permanecía un buen rato en silencio, aletargada. Hasta que se decidía a abrir de nuevo la rendija que le permitía el contacto con el mar.
En otras ocasiones, era una estrella de mar, grande y rugosa, de brillante pelaje, la que aparecía y la contemplaba con sus ojillos inmersos en su piel. Pero ella apenas le prestaba atención. No le daba mucha consideración a aquél individuo de especie tan lejana a ella misma.
También solía pasar por allí un mero, de boca grande y aletas poderosas, que la miraba con sus ojos saltones y conspicuos. Si bien no merecía mejor suerte de atención, pues semejante animalote no entraba entre sus posibles amistades.
Y qué decir de la langosta nadadora que surcaba rápida la entrada de su casa. Le producía un terror inusitado ante la posibilidad de que sus tenazas abrieran la sólida puerta de su concha.
La vida transcurría rápida, entre noches frías y días aislados, viendo pasar seres inauditos, pero lejanos, y que, o no le prestaban la atención debida, o le producían miedo o rechazo.
.................
Sin embargo, un día, en que el sol penetraba potente y sedoso por entre las aguas, se apareció un hombre. Nadador hábil, llegó hasta la roca en la que se encontraba Histria, firmemente pegada a ella.
Se vieron.
Ella supo que ese era el ser que había esperado toda la vida, desde que se retiró a las profundidades, lejos de todos.
El pescador, pues eso era, separó con facilidad a Histria de su roca. No hubo resistencia, o casi nada.
¡Por fin había sido vista y considerada como se merecía!
 Satisfecha, sintió el morral en la que fue depositada como la morada más perfecta que nunca hubiese imaginado.
Al llegar a la barca, el pescador sacó su cuchillo, tomo a Histria entre sus manos rudas y la abrió con facilidad. Extrajo la perla que había dentro y arrojó de nuevo a la mar a la ostra, pues no le gustaba la carne de esos animales.
La tiró así. Sin más. Sin importancia.
........................

HIstria, creyó morir. Su sueño hecho trizas. En segundos. Y sin resistencia.
Cayó al fondo, sobre un acantilado.
Sentía el vacío de la perla. Pero sobre todo ¡sobre todo! El vacío de un sueño hecho añicos.
Al rato, miró a su alrededor. Otras ostras la miraban. La saludaron y … en ese momento comprendió.
Casi pierde la vida por no darse cuenta de que formaba parte de una tribu a la que el pescador, por casualidad, la había devuelto.
La tan temida normalidad estaba teñida de buenas esperanzas.
.............................

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

13 comentarios:

Anónimo dijo...

Que me querras decir.Soy pobre de entendi-miento.Saludos

Anónimo dijo...

AnonimO,varon dijo la partera.

Anónimo dijo...

Miedo

miguel albiñana dijo...

A veces no puedes escoger tu vida,
La vida es la que te escoge a ti,

Acuario dijo...

¡Qué díficil este último comentario Miguel! Se me queda un poso de tristeza.

Anónimo dijo...

Pienso y estoy seguro que tu y yo somos creadores de nuestras vidas,y por lo tanto tenemos la responsabilidad de asumir nuestras propias creaciones.Tu eres el que elije en plena libertad y por eso tienes que responder con total reszponsabilidad,sin echarle, la culpa a que te escogio la vida.Jamas te conoci echandole la culpa a otros por tus elecciones.

miguel albiñana dijo...

MMhhh Acuario... yo no quiero echar las culpas a nadie y menos a la vida. SImplemente pongo este comentario porque veo a veces la omnipotencia de pretender asumir responsabilidades que no son mías...
Y es cierto que a veces tengo también yo posos de tristeza, pero ¿qué puedo hacer sino aceptarlos? ¿acaso el café no tiene posos?

Anónimo dijo...

Haa...Miguel jamas entendere por que borraste los primeros comentarios,no solo borrastes los tuyos ,si no uno mio sin tener ningun derecho,pero bueno ya esta hecho. Saludos

miguel albiñana dijo...

lo borre sin darme cuenta el tuyo. Y te recuerdo que, como administrador de mi blog, tengo derecho a borrar lo que yo quiera, aunque nunca lo haga... En todo caso los míos son de mi propiedad...
Lamento que te haya molestado.

Anónimo dijo...

Eres dictador

Anónimo dijo...

"Y colorin Colorado,este cuento se ha acabado."

Anónimo dijo...

Precioso el cuento Miguel!me conecta con mi "ser ostra", viviendo a medias, en espera del cumplimiento de mi fantasia, anhelando la llegada de el, aquel que idealice me llevaria a esa morada sublime, no viendo los seres que habia en el afuera, en mi mundo marino y postergando mi experiencia a ese sueño.

Cuanta tristeza y desaliento al recibir su llegada y darme cuenta que ese "ser" de mis sueños, no correspondia a la realidad en sus movimientos.

Que dificil soltar mi fantasiaantes, que alivio permitirme confrontar lo que en el y en mi habia y no habia, que gusto ver como la vida, me devuelve a un mar en el que poder encontrar aquellos de mi "tribu". Que goce experimentar la belleza y simplicidad de la normalidad, mia y de los otros.

Me doy cuenta de mi tendencia a moverme y agarrame a mi fantasia, aislandome,perdiendome el contacto con el otro, y del para que de mi movimiento. Y cuando no me engancho a ella, me sorprendo en encuentro con seres maravillosos que aun quedando lejos de la imagen que fantaseo, me aportan un contacto pleno, real para mi.

Sonrio al darme cuenta, gracias por la historia!un abrazo, Leti


miguel albiñana dijo...

Me alegro LEti. Ese es básicamente el sentido que me inspiró el cuento.
A ese Colorado (con mayúscula) esta destinado, un Colorado por el que, tal vez, todos hemos pasado en elgún momento de la vida.