lunes, 5 de marzo de 2012

... y de nuevo primavera


Ha sido un invierno corto y seco. Tardó en llegar y parece haberse ido antes de tiempo, dejando paso a días largos y luminosos e igualmente secos. El cielo de la ciudad es extremadamente azul y los pocos dias nublados no traen lluvia.
Las plantas del parque empiezan tímidamente a brotar, salvo los valientes almendros que ya se han llenado de flores blancas o rosadas. Están menos esplendorosos que otros años, debido a la sequía que ha durado toda la estación.
Ayer descubrí los primeros narcisos, con sus bocas grandes y amarillas, cabeceando con la brisa. Se asomaban hacia el riachuelo que corre por la parte más umbría. Les suele gustar la humedad y el frescor del inicio de la primavera. En paises como Inglaterra, su llegada es todo un acontecimiento, pues indica el fin de la estación dura. Dura debió de ser sobre todo en otras épocas, en que no había calefacción ni comida para casi todos.
Aquí el inicio de la primavera coincide con las fiestas cristianizadas de San José, a quien se atribuye la paternidad de Jesús. El Maestro que llega en el invierno y muere en la primavera, como otras figuras míticas deificadas después.
Y es que las fiestas , aquí dedicadas a maestros y santos, acompañan a las estaciones y nos hacen sentir menos solos en este universo manifiesto a nuestros sentidos. Son tantas las penas, las alegrías, las dificultades, las pérdidas... que nos gusta a los humanos acompañarlas de señales que nos acompañen.
La primavera es estación favorita de muchos, entre ellos el que escribe. Me gusta particularmente antes de que se manifieste abrumadoramente, como en estos dias, todavía fríos pero ya largos, claros y en que el aire todavía raspa la piel, pero se adivina, se presiente la llegada del tiempo hermoso, florido.
En la montaña, los manantiales corren abundantes, los pájaros brincan de su adormecimiento y, saliendose un poco del bullicio de la ciudad, pareciera que el cuerpo se adapta a una forma nueva y optimista de vivir.
Claro que se me dirá que cada estación es bella en su manera. "Cada edad tiene su afán", rezará el refranero. Y sí, la vitalidad de los jóvenes se ve compensada por su bullicio, el desperdigamiento de su energía, la explosión de las emociones... Puede que ahora me guste verlo desde un poco mas lejos, como si tanta energía en lugar de cargarme me cansara. Pero no. Es como si. Sigo pensando como los griegos : los favoritos de los dioses mueren jóvenes. Al menos, jóvenes de espíritu, de alma. Son jóvenes por flexibles, porque son más adaptables a los cambios. La vejez trae rigidez, lo que no es necesariamente malo, no es un devalor.
Y sin embargo, me gusta la flexibilidad, la adaptabilidad, y la belleza de la juventud.
Por eso me gusta la primavera, sin detrimento de las otras tres, o cuatro, o las que sean.
Iniciar algo es bello.
"Pasa ligera la maldita primavera", decía aquella canción. No, no me gusta maldita. Mi primavera no pasó ni ligera ni pesada. Pasó como todo pasa y la llegada del mes de marzo, de estos "idus", como decían los latinos, me conecta con algo primaveral en mi, algo que no tiene porqué pasar, que es la ligereza, la inestabilidad vital, la pasión de vida, el impulso de crecimiento, la luminosidad del ser.
La primavera me conecta hoy con el afán de vivir, con el contento y el agradecimiento de seguir vivo, y cada vez que llega me gusta sentir que algo florece de nuevo en mi, algo que dará frutos en verano y guardaré para cuando el tiempo sea frío y seco... como este invierno que acaba.
¡Bienvenida sea la primavera!

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Aca todo el tiempo florecen las plantas,durante todos los doce meses. Hay lugares al iniciar los andes que estan en eterna primavera,frescos ,floridos ,con hermosos manantiales y rios,riachuelos,pajaros, y otros hermosos animales,siempre todo el tiempo. La paternidad de Jesus creo que es del Espiritu Santo,parece ser que gusta de las virgenes. Muy buena preferencia. Te felicito por aun en tu vejez tienes "riguidez",gracia de la juventud. Disculpame el comentario pero solo quiero hacerte ver que vivo en otro "patin".Con mucho resprto y amor .

miguel albiñana dijo...

A mi me gusta saber de como son los Andes, aunque los conocí hace años de pasada. Mi recuerdo es de montañas agrestes, solitarias y pausadas por la dulce y melancólica quena...
En lo que hace a tu patín, hace tiempo que me di cuenta.Creo que viene de lejos, si me disculpas el comentario. Pero lo importante es que seas feliz, no el patín que uses...Lo demás serían juicios de valor.
Con mi afecto,

Anónimo dijo...

El estado de felicidad, contento y paz,me lo da la Comun-union con el SER,la "Presencia", no importa en el patin que este,siempre voy a tener Paz y Contento,Agradecimiento por ponerme en este parasio de la Existencia manifestada. Te quiero mucho.