martes, 3 de marzo de 2020

Transitar

Transitar


“De cualquier forma, quien es suficientemente perseverante para transitar el camino, si es necio, llegará a ver claro; si es débil, llegará a ser fuerte.”
Confucio

   He aquí una palabra que me evoca plenitud: de imágenes, de recuerdos y asociaciones con muchas otras. Estando tan reciente la noticia de tu desaparición, Yola, mi recuerdo está cercano a los primeros grupos que hacia contigo, allá en la lejanía mexicana. Reaparece tu voz mientras suena la melodía de “los Planetas” de Holst, una obra que parecía gustarte mucho y que se repetía en las clases. 
Puede que transitar me llegue también por el movimiento planetario, ese baile constante de los planetas alrededor del sol. Esa música de las esferas, que se evocaba antiguamente como un canto que los planetas producían al girar alrededor de su estrella. Un coro que concernía a la Tierra también en su tránsito.
En un nivel más humano, reaparece que estamos en permanente tránsito desde que iniciamos la vida, en ese asombroso acto de unión entre lo masculino y femenino. Nuestros átomos, si es que podemos decirlos nuestros, transitan de una forma a otra en un proceso que no se detiene ni con la muerte. Y el pasar por la vida de nuestra existencia, en ese tiempo y en ese espacio en el que existimos, es un paso constante también, puesto que nada permanece como tal, en la medida en que pertenece a la existencia relativa.
Por tanto, cuando afirmo que transito, no solo lo hago por el tiempo y por el espacio que me han tocado, sino que ese yo mismo es tránsito también, ya que cambio junto con el espacio/tiempo en el que vivo y en compañía del resto de los seres que me circundan.
Soy una manifestación cambiante en un espacio tiempo cambiante también, en compañía del resto de los seres que llamo vivos y con los que digo no vivos, como las rocas, que también están en permanente cambio.
En ocasiones o casi siempre, me hago la ilusión de que todo muda menos ese observador-agente que soy yo. Pareciera que eso me da cierta seguridad, cuando, en verdad, si lo analizo bien, es eso precisamente lo que me mantiene inseguro y ansioso, a la espera de que mi vida transcurra y finalice.
Puede que una salida sea danzar, como los planetas, como los girávolos, como los pueblos antiguos que bailaban en rituales para alcanzar otros niveles de consciencia. Como los que bailan hoy, incluso los que lo hacen en las salas de baile, en las discotecas, en el campo… Bailar: no para olvidar la ansiedad de nuestra efímera existencia, sino para recordar el presente, que como tal no tiene calificativos, ni de efímero ni de permanente, porque esta siendo, estamos haciendo surfing sobre la existencia que no se detiene, que gira, mariposea, se desvanece para reaparecer en formas y tiempos distintos.
Siempre me ha producido admiración ver bailar a quienes se integran tanto en el ritmo que simula que su yo se constituye en el movimiento y se esfuma en un presente rítmico y evanescente.
La vida es movimiento. Y no quiero con ello decir que la vida sea estar inquieto, pues la calma tiene un movimiento propio. Y poder integrarse en ella es igualmente contacto con lo más divino de nuestra naturaleza efímera.
Trans-sitar. Moverse de sitio. De sitio temporal y de lugar. En tanto lo mismo hace nuestro cuerpo, nuestra mente y con ella nuestras emociones.
Saber que es inevitable y que sólo nos queda integrarnos en ese vaivén constante de las olas de la vida.

Y ahora resuena en mi pasado/presente el Marte de Holst y mi cuerpo gira y se mueve, busca nuevos ritmos, nuevas formas, solo, en contacto, en retirada, para entrar en contacto de nuevo. Gestalts constantes y cambiantes dentro y fuera de mi, que, cuando están en armonía, me constatan ese formar parte del Universo en transformación.

Me gusta esa frase atribuida a Perls: to get out you have to go through: para salir es preciso atravesar. No podemos imaginar lo que va a pasar porque, solamente cuando llegue, podremos hacerle frente de la manera que en ese momento sea posible. Pero, principalmente las situaciones negativas, han de ser transitadas igual que las positivas o agradables. Posiblemente la frase se pueda dirigir más a esta situación.
Y este es el punto en donde la voz suave, a la vez que firme, de Yolanda resuena en mis oídos: recordando que es necesario transitar, pasar por la experiencia, por dura, frágil, amarga, o dulce o deliciosa. 

Solamente viviendo lo que hay que vivir se logra la experiencia y, desde ahí ,la salida a una nueva posibilidad de vida.

“La vida se va como agua entre las manos”
Yolanda de los Ángeles González


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Transitar...
Como la Vida misma,
un continuo devenir,
un tiempo tras otro,
en una avenida,
que nos aparece como circular.

Gracias por escribir tan bonito Miguel.

miguel albiñana dijo...

Gracias a ti Rafael