martes, 7 de agosto de 2018

Vacar

Vacacionar

Las nubes se agarran a los picos grises, macizos, que se elevan poderosos. Un fino tapizado verde recorre la rugosa piel de las montañas. Al fondo, la música constante de la cascada que se prolonga en el horizonte, interrumpida por el diferente canto de las aves.
El castaño a mi lado es el refugio de varios pajarillos, que juguetean y se persiguen alborotados.
Cerca, ramas entrelazadas de glicinias desbordan sus hojas como melenas de mujeres jóvenes.
Mis pensamientos se van con el cielo gris perlado, que deja traslucir una luz intensa todavía de verano y que insiste en anunciar lluvias próximas. Lluvias bienvenidas por el bosque seco, que esta mañana atravesamos, dejando atrás viejos y centenarios castaños, algunos ya abatidos por la edad. Ver sus enorme troncos derrumbados, abrazados a plantas más jóvenes que parecían recibirlos en su ultimo momento de vida.
Y recordando a Quevedo, miré los muros de mi propia patria, algo desmoronados y tal vez cansados por la edad, en busca de metas menos valerosas.
La naturaleza siempre recordada, refugio frente a mentales desdichas, concretizacion forzada para un yo disperso. Pies que caminan y recuerdan el inmediato ahora. El aire que entra. Y que sale al ritmo necesario según va el esfuerzo requerido.
En el bosque, en el campo, en la montaña solamente cabe ir al ritmo que marca el entorno. No hay más allá. Una distracción es tropiezo, golpe, arañazo, caída.
Un pensamiento es una pérdida del momento, un árbol no visto, una ardilla furtiva que desaparece, una bocanada de aromas que no llegan a percibirse.
Grita el cuervo, se queja la urraca, traquetea el carpintero.
La cascada sigue murmurando mientras las nubes bajan más, encerrando los picos entre sus velos.
Poner el presente en palabras me coloca de nuevo en estado de menos yo. Es una acercamiento a lo meditativo.
Mi respiración se hace más tranquila.
Los fresnos brillan, vivaces, ofreciendo sus ramas a los gorriones juguetones.
Vacacionar puede que se origine en vacar, en vaciar, en hacer espacio.
En estos tiempos el frescor, lo verde, lo húmedo, el silencio y los momentos sin pre-ocupaciones se parecen bastante a la felicidad.

“Qué descansada vida
La del que huye del mundanal ruïdo
Y sigue la escondida senda
Por donde pocos hombres en el mundo han sido”

1 comentario:

Anónimo dijo...

Emocionantes tus palabras Miguel,
al ver como las sendas
confluyen vibraciones.