domingo, 7 de febrero de 2010

Wu wei


Me gusta permitir a mi mente divagar, seguida de mi atención. Los pensamientos saltan como ovejas aparentemente a la deriva, seguidas por la mirada del buen pastor. En ocasiones, las dejo corretear sin rumbo y van y vienen , del pasado al futuro, con ratos ocasionales al presente.

Así, imágenes de mis pasados viajes, de personas ahora ausentes, de ratos de delicia y otros de pasíón, momentos de angustia y de optimismo. Corren como las nubes empujadas por el viento del tiempo y acompañadas por la mirada de mi atención, que intento desapasionada, desculpabilizadora, como una buena madre que permite a sus hijos jugar, correr y pelearse y también abrazarse sin imponer su criterio, pues se trata de un instante de juego.

Llamo a esto dejarse estar y suele aportarme, a veces, una sensación de vacío y también de notoria visión de fecundidad de mi vida, pletórica de experiencias de muy variado tipo.

El sol se hace sitio entre las nubes e ilumina la habitación, calentando suavemente mi rostro. La rana sonríe mientras adopta una casi burlesca postura de meditación. La lavadora canturrea la misma melodía una y otra vez. Mis dedos golpetean el teclado y los pensamientos adoptan la forma de negras letras, condensandose en la pantalla.

Hay una aire de primavera que hace aspavientos y pretende brotar prematuramente entre el invierno de este dia de febrero.

2 comentarios:

Esperanza dijo...

La imagen de la mata de tomates asomaba en mi mente al leerte.
Simultáneamente una voz interior me repetía que el sentido de la vida es crecer y dar fruto...como una mata de tomates!

La naturaleza de la acción que describes, atenta y presencial, quizá consista en percibir el mundo que acontece sin necesidad de pensar en otra cosa más allá de ese mundo que acontece...

José dijo...

Qué emocionante es leerte hoy, un día 9 de febrero donde mi cabeza no se separa de tu recuerdo