La Terreur
Un buen amigo me pide que escriba algo acerca del terrible
atentado en París de ayer, en que fueron asesinadas al menos doce personas.
Personas que escribían para un semanario de humor, en el que se hizo humor
también con figuras de la religión musulmana.
El terror y el miedo han sido usados por la humanidad desde que se
conoce la así llamada civilización.
Casi todos los animales utilizan el dar miedo,
casi siempre a fin de crear un mejor o mayor espacio para su supervivencia. Así
el león ruge y asusta a sus congéneres competidores o a otros animales.
La llegada de la civilización y principalmente de las sociedades
agrarias supuso un avance en todos los aspectos. Y también en el tema del
terror. Los asirios o los persas, los turcos o los hunos, los “bárbaros” o los
romanos, los chinos o los europeos, todos han desarrollado dinámicas de terror
para lograr un mayor poder personal o para sus pueblos.
Tremendo es el testimonio que relata Sven Lindqvist en su libro
“Exterminad a todos los salvajes” (Editorial Turner 2014). Y cito este libro
porque de forma cruda y sistemática, el autor sueco revisa los procesos
“colonizadores” de los europeos. Con formas de terror impuestas desde un
aparente deseo de llevar “la cultura” y la “civilización” , o las ideas
religiosas, los diversos pueblos de Europa han llevado a cabo grandes masacres,
cuando no genocidios.
No solamente los europeos. Ahí están los otomanos en Armenia,
entre otros. Los chinos con ellos mismos, los árabes para expandirse por medio
mundo, los estadounidenses con sus “no-conquistas” comerciales etc.
Eso por no hablar del terrorismo de las clases dominantes frente a
otros grupos sociales desfavorecidos: matanzas, cárceles, deportaciones,
torturas, forman parte del disparate en que vivimos los humanos desde milenios.
El asunto que parece novedoso en estos tiempos (pero no lo es,
pensemos en la Inquisición por ejemplo)) es el uso de las ideas o ideales
religiosos para cometer asesinatos o masacres. Varios países tiene ya su fecha
en relación a este apartado relacionado con el “terrorismo islámico”: el 11J,
el 11 M, Indonesia (Bali), Inglaterra, España… y ahora Francia. Claro que no
contamos las matanzas constantes en Iraq desde que fue “liberada” por Occidente
de su feroz dictador. Ni las de Egipto, o Tailandia, o Afganistán. La lista es
interminable.
Se nos dice que “en pleno siglo XXI” esto es impensable. No hace
tanto en Europa se masacraba por cuestión de religión (Yugoslavia).
¿Qué quiero decir en realidad? Aquí se han pisoteado de manera asesina
y cruel las libertades de expresión de Francia. País que sigue siendo para
muchos símbolo de la Revolución de la libertad, la igualdad y la fraternidad.
Sin embargo, en Francia y en ninguno de sus vecinos esa triada
revolucionaria es más aparente que real. Es cierto que gracias a su riqueza en Europa un gran
numero de personas ha podido ejercer esas libertades. Y, con todo, ha sido a
costa de que otros no las tengan. Europa, sin ser la única, sigue siendo una gran explotadora de
la riqueza de otros países y pueblos. Y, dentro de ella, la población
inmigrante, que fue traída como fuerza de trabajo que los europeos no querían
ya asumir, ha sido poco o casi nada integrada en las sociedades europeas.
¡Ay! Esos barros trajeron (en buena parte) estos lodos.
Ahora en Francia hay quien acusa al presidente Hollande o a su
predecesor socialista, de haber llenado a Francia con inmigrantes indeseables.
Se olvidan de De Gaulle que propició la liberación de las colonias y la entrada
de los primeros norteafricanos. De Pompidou con sus casi 5 años de mandato y
que abrió Francia a la llegada de trabajadores principalmente del norte de África.
De los siete años de Giscard d’Estaing. De los doce de Chirac. De los cinco de
Sarkozy…
No. La culpa o responsabilidad no es de Hollande. Es de toda la
sociedad europea que, codiciosamente, ha traído a estas personas (con todo sus valores) en condiciones sociales penosas y ahora se
quiere deshacer de ellas porque muchas ya no les hacen falta. Y entonces
hablamos de “valores”. De “tradiciones”. De “costumbres ancestrales”.
Yo esa moto no la compro.
Creo que los europeos tenemos que hacer un gran balance.
Histórico, social y actual.
¿Que me he alejado del tema del asesinato de ayer? Si y no.
Dice el actual Dalai Lama que con la violencia se ahoga un hecho, pero se
provocan muchos más actos violentos.
Necesitamos ver qué es lo que genera esa violencia. El Islam no es
más violento que lo fue el cristianismo o el judaísmo. U otras formas de
entender la religión, las vías hacia lo divino.
Yo creo que nos encontramos ante un hecho social y cultural y por
ende político.
Antes que, o además de, tratar de ahogar futuros actos violentos,
nuestros gobernantes deberían cuestionarse qué es lo que provoca esa rabia
ciega en esas gentes que matan aunque mueran en el intento y tratar de propiciar otras
formas de generar riqueza y convivencia.
Y eso no solamente cierto para Francia. Lo es para Europa. Lo es
para toda nuestra sociedad.
Y me estremezco de dolor pensando en las víctimas, en sus familias
y en la sociedad entera.